jueves, 12 de octubre de 2017

En memoria del "Che" Guevara, sembrador de esperanza

      Se cumplen ahora los 50 años de la ejecución de Ernesto Guevara [Rosario (Argentina), 14 de junio de 1928 - La Higuera (Bolivia), 9 de octubre de 1967], más conocido como el “Che” Guevara. Fue médico, político, militar y escritor. Murió joven y, enseguida, ascendió a los altares de la leyenda y del mito. Así, su retrato, con barba, pelo largo y boina negra -con la estrella de cinco puntas- cubriendo su  cabeza se convirtió en un auténtico icono del movimiento contracultural, visible todavía en las camisetas y chapas que lucen algunos jóvenes, en base a su condición de líder revolucionario. Ello, forjado en gran medida, por su contribución como ideólogo y comandante, junto a Fidel y Raúl Castro, entre otros, a la Revolución cubana, bajando desde Sierra Maestra para derrocar al dictador Fulgencio Batista. Participaría, asimismo, en la organización del Estado cubano, ocupando altos cargos en áreas económicas y de representación exterior hasta 1964.
A partir de esta fecha salió de Cuba para promover experiencias guerrilleras en América Latina, las que, si bien fracasaron, sentarían las bases de posteriores movimientos guerrilleros. Se aventuró primero en el Congo y, en 1966, en Bolivia para luchar contra la dictadura del general René Barrientos. En este país, tras una delación, sería capturado al ser sorprendido por el ejército boliviano en colaboración con la CIA. Lo ejecutaron en la tarde del 9 de octubre del 67, en el pueblecito de La Higuera. Después lo trasladaron en helicóptero a la ciudad de Vallegrande, exponiendo su cadáver en la lavandería del hospital. Su tumba permaneció bajo secreto militar, hasta que lo desveló el general Vargas Salinas en 1995. Esto posibilitó la recuperación de sus restos, que  fueron devueltos a su Cuba adoptiva en octubre de 1997. En la actualidad, reposan en el mausoleo levantado en su honor en la ciudad de Santa Fe.
            Y ha sido en este lugar de peregrinación para militantes de izquierda de todo el mundo, donde el Gobierno cubano del presidente Raúl Castro ha rendido tributo a su figura y a su legado. Recordando al Che como un "ser humano íntegro", "modelo de hombre altruista" y "excepcional revolucionario".
            En este mismo sentido de reconocimiento, damos en reproducir aquí un hermoso poema de la soriana Concha de Marco. Apareció escrito en el periódico “España Republicana”, año XXXL, Nº 688, La Habana, 15 de octubre de 1969. Págs. 49-51. Dentro de un suplemento de “Homenaje al Che” en las cuatro lenguas de España, con la participación de muchos poetas entre los que destacan Vicente Aleixande, Gabriel Celaya, Antonio Gamoneda, Manuel Pedrolo, Carlos Casares y Gabriel Aresti. Eran aquellos tiempos en que los intelectuales de la izquierda española acudían a las recepciones de la embajada de Cuba en nuestro país.
            Nuestra poeta celebra lo que fue su trayectoria partiendo de esa canción popular propia del norte de Argentina y extendida después a la pampa, denominada vidala (lo relativo a la vida) y que se caracteriza por llevar una cuarteta como estribillo. Su título es: “Vidala en honor de Che Guevara”. Y dice así:
“A veces sigo a mi sombra / a veces viene detrás / Pobrecita cuando muera / con quién se irá. //
Hombreador de todas las miserias / Del embrutecimiento provocado por hambre o por castigo / la clandestinidad su moneda de cambio / Interpretó el tiempo de su vida en la forma más alta / Su muerte dio respuesta a la contienda / Entre las fuerzas de justicia humana / Y la brutalidad de los que mandan / El Ché rebelde insobornable / Luchando contra lo más difícil / El asma crónica y los gobiernos/ corrompidos / La injusticia en cualquier parte del mundo / Arriesgando la vida en playas extranjeras / Entre agua y hambre, barro y sed / Hasta llegar a La Habana / Su Habana desconocida, su más patria. //
No es que vuelque mi vino / lo derramo de intención / Mi sombra bebe y la vida / es de los dos. //
Poeta componiendo su verso con acciones / Sus estrofas cargadas de sonoridades futuras / Inquieto como un tigre / Escapó a sus tres años de cálculo diferencial / Al calor de la casa y de los hijos / Al honor y decoro de su cargo / A las pensiones vitalicias / Al guardarropa lleno de medallas / Hasta la selva boliviana llevando por bagaje / Su voluntad pulida con delectación de artista. //
            Agachadita y callada / nunca se podrá encontrar / Otra sombra compañera / que sufra igual. //
Estas son las fuerzas que le persiguieron: / Nueve presidentes, cuatro generales, ocho coroneles / Once comandantes, veintidós tenientes / treinta y tres sargentos, cientos de soldados / Y este es el daiquiri que se está bebiendo / En lo más lujoso de Miami Beach el jefe Supremo. //
Esta es la vieja pastoreando chivas / Que se acercó al cañón un día antes. / Escribiste las últimas palabras: / “Y fuimos avanzando entre dos páramos”. //
Estos son los millones que dieron al traidor / Miradlos extendidos en la mesa / Con la efigie de George Washington. / Esta es la sucia cámara del cuartelillo / Donde le llevaron herido / Cautivo en el Yuro / Insensible al dolor sin una queja / Estos son los soldados bolivianos / Este es el Teniente Prado en Vallegrande esperando / Lo quiero vivo dicen los jefes / Con seis heridas de bala / En el paso profundo de siete horas dudando / En siete horas condensado / El sufrimiento inmerecido y aceptado / El blanco cuerpo indefenso en el centro del mundo / Cuantos mensajes telegramas órdenes contradictorias cambiaron / En los relevos del atardecer los asesinos / Hasta llegar a la última bala. //
Vieja: He perdido la última / Ahora ya tienes hijo todas juntas. //
Sombrita cuídame mucho / lo que tenga que dejar / Cuando me moje por dentro / la oscuridad. //
El Ché horizontal sobre la Historia / Hermoso continente de ciudades por venir / Sobre el tablado funeral tendido / Con la carne parada en la cintura / Su cuerpo devorado por las cámaras / Las dos noches profundas de sus ojos / Enormes de tiniebla párpados de plomo / Sólo en la hora crucial de su destino / Repartida su imagen entre las multitudes / Para incendiarse en noches de ametralladoras. // 
No sirven llantos / Los héroes rechazan consoladoras lágrimas / Su memoria debe crecer y prosperar en la memoria / Su voluntad hacer camino en otros / En un morse que no callará nunca / Detenidos están en el aire sus mensajes / Punto raya punto raya punto. //
En nuestra mano está que sus signos no pierdan sentido / Y se evaporen en humo de vanas palabras. //
Hermano Ché Guevara: / Descansa en las fosas comunes donde dispersas tus cenizas yacen / Has dejado tu vida en garantía / Sobre tus hombros fuertes y seguros / El destino de América y del mundo / Vergüenza y deshonor al que no aporte / Su golpe de cal viva su porción de esfuerzo.”
              Cuentan que al punto de producirse su muerte, corría entre las gentes una superstición popular que presagiaba que iba a arrastrar hasta la tumba a todos cuantos intervinieron en su asesinato. Y hay quien la ha dado por cumplida.
            En todo caso, la figura del Che sigue emergiendo, poderosa y rebelde, radiante de esperanza, frente al depredador sistema capitalista en que vivimos.
José María Martínez Laseca
(12 de octubre de 2017)