jueves, 29 de marzo de 2018

De las maestras republicanas de por aquí (y 2)


Continuamos, en esta segunda y última entrega, abundando en la importancia que la Segunda República concedió a la educación en nuestro país. “España no será una auténtica democracia mientras la mayoría de sus hijos, por falta de escuelas, se vean condenados a la perpetua ignorancia”, se afirmaba en aquel Decreto que proyectó la creación  de 7.000 plazas de maestros y maestras en 1931. Las maestras y los maestros iban a ser, por ello, los funcionarios más importantes del Estado. Aquí resaltamos el papel decisivo que jugaron las maestras a favor de aquel proyecto ilusionante. Por lo que, tras perder la República la guerra civil (1936-1939), con la implantación de la dictadura franquista, muchas de estas mujeres enseñantes pagarían muy caro su compromiso.
            Maestras modernas
             Cabe decir que en aquella época el magisterio era una de las carreras más aceptadas por las  mujeres. La profesión de maestra era uno de los pocos ámbitos laborales en el que las mujeres habían ido conquistando, desde el siglo XIX, un terreno de afirmación, reconocimiento y legitimación en la esfera pública. Así que muchas jóvenes se matricularon en la Escuela Normal de Soria. Ya como maestras, algunas hicieron suyos los ideales republicanos y representaron un nuevo modelo de mujer, a veces sin ser conscientes. Por primera vez una mujer enseñaba tanto a niñas como a niños, derribando los muros que los separaban en la escuela.
            Por primera vez una mujer era jefa de un hombre, como ocurrió con aquellas directoras de colegios. La mujer-maestra, moderna e independiente, empezó a erigirse como autoridad cultural, toda vez que el maestro era el “intelectual del pueblo”. Suponía, por tanto, un gran paso hacia la igualdad. El otro se dio cuando la mujer ganó su derecho al voto en 1933.
            Pero no pudo ser.
            Como decimos, este proyecto educativo preconizaba una pedagogía activa, intuitiva e integral, que estimulaba el desarrollo de la personalidad de cada niño y de cada niña en las escuelas mixtas. Era un modelo de educación caracterizado por ser público, laico, obligatorio, gratuito, bilingüe y solidario, en el que se instituía la coeducación en los tres grados de la enseñanza.
            Si esta política educativa emprendedora y eficaz, para sentar las bases de una esuela laica y republicana, se hubiera visto acompañada –como dice Bruno Vargas– de una enérgica reforma agraria, cabe pensar que se habrían conseguido los objetivos finales y se habría implantado definitivamente la República, pues, tal como ocurrió en Francia a finales del siglo XIX, la República española no tenía otra alternativa para vencer a las fuerzas tradicionalmente opuestas al progreso que ganar la batalla del campo, donde trabajaba el 45,51% de la población.
            Pero el alzamiento de los facciosos el 18 de julio de 1936 dio al traste con todo. La pesada bota militar quebró a la paloma de la democracia las alas de su libertad. La represión franquista no se hizo de esperar. Afectó a todos los vencidos. Y se ensañó especialmente con todas las mujeres ilusionadas, valientes y comprometidas como las maestras, porque para los vencedores habían transgredido el modelo tradicional de la mujer.
            Maestras de la provincia de Soria represaliadas
            De la amplia lista de maestros de la República en la provincia de Soria represaliados por el franquismo con la suspensión de empleo y sueldo (varios fueron fusilados) extraigo la siguiente relación de maestras:
            Adelaida Llorente Romero (Covaleda), Adoración Cordón Jiménez (Navaleno), María Felipa Llorente Naya (Orillares), Enriqueta Otero Blanco (San Esteban de Gormaz), Ángela Delgado Llorente (Miño de San Esteban), Carmen Valero Pascual (Aldea de San Esteban), Matilde del Cura García (Peñalba de San Esteban), Eloisa Reglero Asensio y Pilar Albo Martínez (Ólvega), Patrocinio Fernández Muñoz (Noviercas), Emiliana Falche Ruiz (Almazán), Andrea Herrero (Ventosa de San Pedro), Estrella Sarnago Jiménez (Torrearévalo), Felipa Martínez Corchón (San Andrés de Soria), Florentina Gómez Pascual (Almazul), Carmen Lamuedra de la Orden (Carazuelo), Josefa Álvaro Planelles (Arcos de Jalón), Julia Rodríguez Merino (Montuenga), Perpetua Pastor García (Morcuera), Justina Relaño Gómez (Cañicera), Luisa González Lorenzo (Mazaterón), Luisa Rodríguez Barón (Berlanga de Duero), Rosalía Estévez Fernández (Hortezuela) María Gómez García (Ventosa de Fuentepinilla) y Encarnación Medrano González (Quintana Redonda).
            Son todas las que están, aunque puede que no estén todas las que son. Y a ellas añado, solidariamente, el nombre de la Inspectora-Jefa de Enseñanza Primaria, María Cruz Gil Febrel (Soria), separada definitivamente del servicio y dada de baja en el escalafón, desde Burgos ciudad, con fecha de 19 de junio de 1937.
            Todas ellas, al encarnar el nuevo modelo de mujer moderna e independiente, habían cometido el terrible delito de poner en entredicho el rol y el patrón de conducta que la sociedad patriarcal adjudicaba a la mujer. El transmitido y puesto al día por la iglesia católica. Y es que fue precisamente la iglesia la que suministró a los represores el discurso sobre las buenas mujeres, identificándolas con las buenas cristianas, y las demás eran las no-mujeres.
            Así que con el nacional-catolicismo se volvería a las andadas. La mujer fue el principal objetivo de la empresa moralizadora pues resultaba que la mujer estaba naturalmente destinada para el matrimonio y para las labores domésticas. Su carrera profesional venía a ser formar una familia y tener prole. Y en eso se ponían de acuerdo prácticamente todas y todos: la maestra, el cura, los padres, los moralistas, las cupletistas, las escritoras de novelas rosa, y hasta las profesoras de gimnasia, si me apuran.
            Aquellos sueños del espejo republicano se habían roto, por tanto, en mil añicos.  Y tendrían que pasar muchos años en España para que las mujeres volvieran a recuperar la dignidad perdida. Para poder echarse de nuevo a volar. 
            En estos tiempos políticamente confusos y algo revueltos, sigue abierto el problema educativo. Bueno sería recuperar tanto tiempo perdido a la hora de decidirse sobre la dirección a tomar.
            Y estas maestras republicanas de por aquí, a las que les rendimos sencillo pero sincero homenaje, son un buen referente con vigencia plena todavía, dada su decidida lucha emprendida por la igualdad entre hombres y mujeres y a favor de la escuela pública.
            Sigamos, en consecuencia, su ejemplo. Para que nuestras alumnas y alumnos sean seres pensantes, con autonomía personal y capacidad de discernir por sí mismos.          
            Por su propio bien, y en beneficio de nuestro propio país.
José María Martínez Laseca
(19 de marzo de 2018)

De las maestras republicanas de por aquí (1)


Reciente la exitosa celebración del Día Internacional de la Mujer en pos de la igualdad entre personas de uno y otro sexo, nos adentramos en este sugestivo asunto. La Segunda República Española del 14 de abril de 1931 estableció un momento excepcional en nuestra historia educativa. Ello, porque el Gobierno  republicano era consciente de la importancia de la educación para la consolidación de la democracia. A tan noble fin contribuyeron aquellas maestras con necesidad de enseñar. Y queremos que este artículo, en dos entregas, sirva de recuerdo y de homenaje a quienes han tenido –por su mera condición de mujeres– que remar contracorriente para seguir estando ahí, a pie de obra como docentes. Defendiendo el derecho a una mejor educación pública de todos y para todos.
            Introducción
            Hace ya cierto tiempo, leí, en la contraportada de un periódico nacional, que la maestra palestina Hanan ad Hroub, ganadora del llamado Nobel de la Enseñanza, y que educaba sobre la no violencia, declaraba: “Podemos cambiar el mundo, debemos enseñar a nuestros niños que las únicas armas deben ser el conocimiento y la educación”.
            Y me acordé, cómo no iba a hacerlo, de lo que aquí, precisamente aquí, en el mismo Instituto que lleva el nombre de nuestro gran poeta, el día 1 de octubre, en la inauguración del curso académico 1910/1911, en el Homenaje al sacerdote krausista Antonio Pérez de la Mata, Antonio Machado les dijo a los alumnos presentes: “En vuestros combates no empleéis sino las armas de la ciencia, que son las más fuertes, las armas de la cultura, que son las armas del amor.”
            Machado reclamó entonces “cultura y trabajo”. Lo que antes su maestro de la Institución Libre de Enseñanza, Joaquín Costa, había llamado “escuela y despensa”. Inconformistas ambos, con la realidad que les tocó vivir, buscaron una reforma moral de España basada en la educación.
            ¡Viva la República!
            El 14 de abril de 1931, la España que el día anterior se había acostado monárquica, se levantó republicana. Era la II República, a la que muchos asociaron con la primavera. Porque traía una enorme carga de ilusiones. Traía la esperanza de una profunda renovación de la vida española. Y una de sus palancas principales fue la educación. Entonces el 30% de la población española era analfabeta y había un millón de niños sin escolarizar. Así que, el nuevo ministro de Instrucción Pública Marcelino Domingo y su sucesor Fernando de los Ríos pusieron en marcha una ambiciosa reforma educativa. Tal se advierte en el artículo 48 de la Constitución del 9 de diciembre de 1931, que dice literalmente:
            “El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado, y lo prestará mediante instituciones educativas enlazadas por el sistema de la escuela unificada.
            La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria.
            Los maestros, profesores y catedráticos de la enseñanza oficial son funcionarios públicos. La libertad de cátedra queda reconocida y garantizada.
            La República legislará en el sentido de facilitar a los españoles económicamente necesitados el acceso a todos los grados de enseñanza, a fin de que no se halle condicionado más que por la aptitud y la vocación.
            La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana.
            Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos.”
                        Escuelas, maestros, inspectores de primera enseñanza
                        La escuela pública debía ser diferente, no podía inhibirse en una santa neutralidad frente a los problemas de la sociedad española, sino que, por el contrario, debía interrogarse acerca de su futuro. La política educativa emprendida no se va a limitar a los planteamientos de la Institución Libre de Enseñanza expuestos por Bartolomé Cossío, sumaba también los de la escuela única socialista y las corrientes pedagógicas más innovadoras. La escuela laica y republicana debía ser un arma para la revolución social, pero siempre dentro de la perspectiva de respeto a la conciencia del niño.
            Se acometió una política de construcción de escuelas; se dignificó el estatus del maestro, mediante una mejor formación, subida de sueldos e incremento de plantillas; se definió el cometido de la inspección de la Enseñanza Primaria; se actualizó el Museo Pedagógico y se incentivaron las Semanas Pedagógicas. Incluso se crearon las Misiones Pedagógicas para llevar la cultura hasta las aldeas más perdidas, rebasando las lindes de la educación formal.
            Hablo de Soria. En la reunión del Centro de Colaboración de Rioseco, el 1 de diciembre de 1934, se señalan por mujeres enseñantes los tres elementos fundamentales para una acertada labor educativa. Son: el Maestro, la Escuela y el Camino que se debe seguir.
            Así, entre las condiciones que debe reunir un buen educador para cumplir debidamente su cometido están “la moralidad”, toda vez que en los pueblos rurales han de ser el blanco constante de los niños, y “la vocación” ya que se considera que cada maestro debe crear su método, sugerido de otros ya experimentados, pero siempre elaborados por una vocación puesta al servicio de la profesión.
            Respecto a los edificios escolares deberán reunir toda una serie de condiciones higiénicas y poseer las dependencias anejas indispensables.
            Y en cuanto a la labor escolar, al ser las escuelas mixtas en su mayoría y las demás unitarias, han de hacerse tres grupos: grado de iniciación, medio y superior.        
            Soria tuvo, por consiguiente más escuelas y más maestros e inspectores. He leído en “El Porvenir Castellano” de 21 de marzo de 1934 sobre la inauguración del grupo escolar “Manuel Blasco” (hoy La Arboleda).
            He observado en la prensa del momento el mayor protagonismo adquirido por las maestras, siempre denominadas señoritas (acaso porque antes, para ejercer la profesión, se les exigía no estar casadas).
            Y he podido constatar la gran labor de estímulo a la cultura y eltrabajo como motores del progreso de los pueblos  aportada a los maestros de los pueblos por dos magníficos Inspectores-jefes de Enseñanza Primaria: el primero y gran pedagogo soriano Gervasio Manrique Hernández (1891-1978) y la segunda su sucesora en el cargo, a partir de marzo de 1934, tan competente como identificada con la causa republicana, quien fuera en el entonces único Instituto de Enseñanza Secundaria de Soria alumna de Antonio Machado, María Cruz Gil Febrel.
José María Martínez Laseca
(18 de marzo de 2018)

lunes, 26 de marzo de 2018

Versión final de “Cantos del compañero muerto” de Concha de Marco (y 2)

                             José María Martínez Laseca
Concluye aquí “Cantos del compañero muerto”, 1977. Al compararlo con la otra versión se aprecian ciertas diferencias. Esta reelaboración nos muestra el proceso creativo de Concha de Marco. Escribe cuando entra en trance, y, tras dejarlo reposar, lo pule en su acabado. Una nota adjunta dice: “Este libro ha sido elaborado en el tiempo transcurrido desde noviembre de 1975 hasta el 6 de julio de 1976, fecha de la muerte de mi compañero. La realidad histórica y cotidiana ha ido incidiendo  sobre mi propia realidad dramática y este es el resultado del encuentro.
            Gracias a esta labor he podido sobrellevar el proceso de su enfermedad y su agonía. Con ello se demuestra una vez más que lo único capaz de ayudarnos a soportar los trances más amargos es el trabajo, el esfuerzo intelectual y físico.
            Debe subtitularse Celda de castigo, dado que casi todos vivimos en ella, para algunos materialmente cierta y en estas páginas entramos todos. Podríamos decir citando a Joyce “Here comes everybody”.
            A la memoria de aquel hombre dignísimo que fue Juan Antonio Gaya Nuño dedico, no solo este libro, sino, como desde que le conocí, toda mi vida”.
            El verso de cierre: “la cárcel rota v la prisión burlada” sugiere la liberación del preso con su muerte.
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            16. Quién será / ese viajero pensativo / que en la gran sala del aeropuerto / mira hacia el frente / a través de las encristaladas puertas / donde se arremolinan los presagios / de vez en cuando / pasa su mano por el pelo blanco / enciende un cigarrillo lentamente / lo deja consumir entre los dedos / o lo lleva a sus labios / se marcha acaso para no volver? / no tiene prisa / juega sus enigmas / ni siquiera atiende / las instrucciones de los alta­voces / calcula sobre lo imposible? / con las sombras de fue­ra o las de dentro? / o es que regresa a su patria? / pero es que tiene una patria? / quién lo diría! / su lengua ya no sabe formular / los términos que fueran mensajes del peligro / la mano es de patética ternura / cual si el alma de un niño la moviera / voces indiferentes desde el techo / anuncian procedencias o destinos / mira el reloj / las cinco y media / advierte los minutos peligrosos / vuelve a mirar / las seis / vuelve a presentir que hay traidoras constelaciones / al otro lado del mapa / y ya prefiere un país / donde las cosas no tengan nombre / y el viento cambie diez veces de rumbo / a lo largo de unos minutos
17. Cuando yo entre en la casa / y la encuentre vacía / cuan­do vea la huella que dejaron tus manos / cuando vuelva a encon­trar tus papales en orden / y esas letras pequeñas / esos números en una cartulina / el último paquete de tabaco / con cuatro ciga­rrillos / cuando intente escribir en tu máquina vieja / que solo obedecía a tus manos de niño / cuando callen los pájaros porque tú te marchaste / y yo nunca más vuelva a planchar tus camisas / doblar tu ropa limpia / y el lecho nuestro sea un enorme desierto /  para mi solo cuerpo en las noches de invierno / cuando golpee la lluvia cayendo sobre el techo / cuando yo nunca vuelva a comer con manteles / en la mesa redonda donde tú y yo lo hacíamos / y sea en la cocina con un plato cualquiera / ante los azulejos ama­rillos /  cuando vea el fantasma de tu cuerpo perdido / alejarse en silencio por una calle última / y no beses la mano que en sueños te acaricia
18. Arena / arena y agua / cera de abeja / caño de guía de la flecha / cerbatana / bajo las lenguas del curare / se abre la flor secreta de las lágrimas / y al recuerdo me vienen / en retirada mísera y oblicua / cualquiera de tus viajes / a la pálida franja del amanecer / que iluminaba la alcoba / reluce la camisa blanca sobre tu espalda / mientras frente al espejo anudas la corbata / finas arrugas forman tus movimientos en la tela /  sobre los mús­culos  perfectos de tus hombros / la ropa de tu lado revuelta y aún tibia / con el calor de un sueño / calzas los zapatos / vistes la chaqueta / abres la nevera / te inclinas a mí me besas ríes / por la fuerza de mi abrazo / mi boca recorre tus mejillas frescas del afeitado / ya habías cerrado la puerta / cómo podría vivir beata tu regreso  /  comenzaba a arras­trarse el tiempo lento / informe, de tu ausencia / persiguiendo la huella que dejaron / tus ademanes en el espacio / y ahora / en este viaje sin regreso /  cómo podré vivir
19. Señor / por qué nos has abandonado / con sus múltiples nombres de pájaro cautivo / apago mis lágrimas / a golpes y parto en dos mi rencor contra el rufián vestido / de oro / como una le­vadura para el día de mañana / guardo el segundo / con su despre­ciativo y atributo máximo / en mi huelga de hambre y circunstan­cia / triturando orgullosa los acerados vidrios / de trece mil doscientos días de castigo
 20. Anoche /  soñé contigo / y tenía una isla en la mano / era tu cuerpo hermoso como una fortaleza / terciopelo color de oscura miel / musgo tus caricias en torno de mis ojos / y yo quise aferrarme a tu playa desnuda / caminando a la aurora por su orilla / y solo era la huella de tus dedos / armoniosa y fugaz sobre mi cara
    21. Una espada / blandida sobre el mapa de europa / la fundi­ción del bronce en las lenguas del cándalo / me vienes a buscar para la guerra? / está mi yelmo roto y mi lanza oxidada / luego / que me entierren vestida y con todas mis armas / walkyria de esperanzas apagadas / ruina aislada no soy / en el anónimo de un orde­nado mundo / la pequeña porción de un inmenso desastre / de un error increíble
    22. Señor testigo / deje vuestra merced recordarle de nuevo / las condiciones previas del entorno / pasto de los sentidos en su laboratorio / se puede perseguir el pulso de las venas / bajo la piel delgada y transparente / las múltiples fragancias del jazmín y la rosa / en corredor de sombra el paso de las ratas / tan viciosas del hambre primitiva /  la desorientación que no recuerda el nombre / del toque de silencio / donde el habla no existe / la muda lengua quieta y prisionera / en el anfiteatro de los dientes / las uñas con tozudez de arranque /  qué diligencia de armamento inútil
      23. Crece / crece la hierba entre silencios cautos / las calles se convierten en desiertos furiosos / y aquí mi compañero / en su exacto reflejo / indescifrable mundo que se escapa / y a quien sería un lujo tratar de convencer / hubo tiempo sobrado / para deli­mitar con tu él la soledad
      24. Españolito / que viniste a mis brazos / yo te guardaré / mi amante corazón será tu españa / mi humilde mano siempre fue tu patria / acunado en mi pecho / como un niño perdido / al pie de tanto esfuerzo / españolito del alma / yo te cerraré los ojos /  yo te cruzaré las manos sobre el pecho / yo velaré tu cadáver hasta el fuego
      25. Señores del jurado / con toda la energía acumulada en una voluntad / a nadie le propongo que reciba / la visión inclemente de mis ojos / morirá más tranquilo si sigue siendo ciego / lego mi corazón a quien lo quiera / estrujará su tiempo / se beberá otra sangre / más le vale sufrir que morir tanto / por sostener la cláusula secreta del destino / el fragmento de dios que aquí me está muriendo / esta defoliación de biologías / desde el origen / hasta el momento en que mi mano desarmada escribe / ante las gentes que penetran y huyen / latiéndome vivencias / hechos sobrecogidos en su última célula , / que quieren respirarme nuevamente / angustiarme las vísceras / renacerme y morir al hierro y a la hoguera
    26. Amor mío / del sedante que no produce efecto /  amor mío de la noche en vela / amor mío que acaricia mis rodillas / amor mío quieres que te lea algo? / solo quiero que estés aquí / pongo algo de música? / solo soy un costal de dolor / amor mío de la cama deshecha y rehecha diez veces / voy a levantarme / amor mío solo son las cinco / estoy muy cansado / amor mío qué pronto amanece / amor mío de la vacilante mano / amor mío  de la triste sonrisa / amor mío del último beso / amor mío reducido a su propio esqueleto / amor mío cuánto ha crecido en tres días / amor mío hasta que la muerte nos separe
   27.  Y solo para eso / apartó sus entrañas hizo un hueco / que había de ser ajeno / en la profunda intimidad del vientre / fue fabricado el rayo de su certera mirada / dispuesta a contemplar ciudades caudalosas / rembrandts de oro / altísimos vermeers / bosques de pinos arrogantes / crepúsculos cautivos tras de una noble ruina / risas y voluptuosidades en tumulto / y el ritmo de la his­toria / adherido a sus pulsos
   28. Y en medio de la noche / me pregunto / si podré resistir este calvario /  este irse consumiendo minuto tras minuto / acostada en el suelo me incorporo mil veces / para escuchar los golpes / de su angustiado corazón / aunque yo esté a su lado / ha de enfrentarse solo con su propia agonía
    29. Y fundirás mis manos / con tu última sangre / ambos oscuros signos / de los tan incontables personajes trágicos / las sábanas fatídicas manchadas / de la alcoba mortal / ante las cosas mudas consternadas / altivos soportando el desastre final / solo fulgor y llama que se extinguen / los labios sin palabras / la mano que persigue visiones fluctuantes / atónitas / o frecuenta la forma de mis labios / que se le escapan como un árbol liquido
            30. Aquí está él / mi soberbio alazán que se partió los remos / y hubo que rematarlo con un tiro / triunfador gigantesco inalcanzable / durante treinta y siete años / aplazada su muerte de campo de exterminio / la desintegración exacta en celda de castigo / después de haber cargado sobre sí fuerzas extrañas / circunscripciones interiores / culpas equinocciales de toda dinastía / históricos combates / armadas invencibles y reinas destronadas / avanza y se detiene en la memoria / el tiro por la espalda o la descarga del amanecer / y en su puesto encontraron los guardianes / mil pájaros de oro mil palomas / que salieron volando a la infinita libertad del alma / el último contacto con el mundo / la cárcel rota v la prisión burlada

Versión final de “Cantos del compañero muerto” de Concha de Marco (1)

José María Martínez Laseca
Ya publiqué (“Diario de Soria”: 21, 22, 23-8-2017, asimiso reproducida en este blog) una versión anterior de “Cantos del compañero muerto” de la poeta soriana Concha de Marco. La actual, muy similar, con la dedicatoria: “A mi compañero muerto Juan Antonio Gaya Nuño”, fallecido el 6 de julio de 1976, está cargada de idéntica ternura. Recordatorio de su amado, con quien compartió una vida de aristas, dada su condición de perdedores de la guerra civil, durante la larga dictadura de Franco en España. No en balde, Concha de Marco sentencia con esta cita de Quevedo: “Diéronle cárcel y muerte las españas…”. Pese al dolorido sentir por tan irreparable pérdida que rezuman sus versos, y que supone un auténtico canto de amor del yo poético hacia ese tú destinatario, el texto comporta un reconocimiento a su esfuerzo intelectual, casi sobrehumano. Esta versión final, fechada en Madrid, 1977,  difiere de la antedicha en que incorpora la estrofa 1, del total de 30 más la introductoria, que conforman el poemario. Se observan aquí pequeños cambios de palabras, algún añadido o supresión y alguna alteración de orden. En este caso, el texto mecanografiado, que forma parte del legado Gaya Nuño de la Fundación España-Duero (IM 205), se dispone en versos libres. Y llama especialmente la atención la ausencia de signos de puntuación (ni puntos, ni comas, ni letras mayúsculas, excepto al inicio de estrofa), acorde con experimentos de estilo del momento. Helo, pues, aquí.
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            "Tres días antes de morir empezó a gritar; su silencio, / cada vez más audible, me ensordecía. / Temblaba la casa toda. /  Murió gritando, gritando yació toda la noche, muerto, / gritando su des­mesurado silencio. / No logré cerrarle la boca; lo intenté varias veces: / El rigor mortal de los músculos había comenzado tres días antes. / Gritaba todas las palabras que no dijo, todos sus cau- / tiverios, todos sus exilios, todas sus derrotas. / todos sus desprecios. / Siguió gri­tando dentro del féretro cerrado, gritaba en / el horno cremato­rio, y del silencio de su boca salían llamas gritando. / Conver­tido en cenizas, éstas siguen gritando, y su recuerdo / vivo que llevo a flor de piel y en mis hondos adentros cada vez / grita más, grita, desesperadamente, su silencio.
            1. Inútil es / acariciar día tras día / la ardiente y suave piel del tigre del verano / se va secando la amarilla brasa / ciegas noches se alargan / ya huyeron los vencejos / solo gorriones pasan / pasan con su vuelo de seda / los árboles se duelen por sus hojas caídas / enrolladlas y secas esperando / ese viento / que llegará a arrancarlas con su frío presagio / no acaricias ya más inútilmente / la ardiente piel del tigre del verano / con sus ojos dorados / ha emprendido la marcha hacia otras latitudes / por lejanas orillas / que arrastran en su espuma despojos de la playa / el sol se muere rojo detrás del horizonte / y arena fría arena en la playa vacía / aguarda la marea que cubra todo rastro / solo oirás el mar en una caracola / hosco nocturno y trágico
2. Comienza / a pronunciar lo que te dicte / el enigma absolu­to / que se viene a los labios impulsivo / de razón inconexa / por dentro cristalina / propágase en selváticos racimos de memorias / sobre las lejanías / aéreas estructuras de áureos firmamentos /  antecedentes mitológicos / tumbas de legendarios agonistas / y bandadas migratorias de tribus desaparecidas / en mi sangre pro­picia a todos los hechizos / el quíntuple dominio del sentido / en esplendor de intimidad y viento
3. Oh enemigo / de la patria, no preguntes / mas al rumor de generaciones que pasan con locura / de disputados dioses que a la aurora se mueren / contra los ventanales polvorientos / el triun­fo de la tierra para lo consumido / vida llena de aristas / preci­picios / de fuego y de tiniebla / que aquí defiendo con bandera propia / el pasado / tiene fulgores de mineral negro / brutalidad y miseria / la injusticia / bebe aún en copa de oro el zumo de su viña
4. Españolito / que vienes al mundo / te guarde dios / tú eres más infortunado / te están matando las dos
            5. Prohibido / permitirme el menor despilfarro emocional / he de velar sobre la gran muralla / y morir en un lejano otoño / cuando quemen rastrojos / valoro mi vejez / que ya se configura en el espejo / con todo el esplendor de mundos interiores / quien piense lo contrario / que tire la primera piedra
          6. Qué le pasó a ese álamo / en la otra orilla de san juan de duero / qué le pasó a ese álamo / enhiesto todavía / pero desnudo de hojas en el pleno verano / el río mansamente entre los juncos / pasa y refleja su osamenta gris / las algas fluctuando / su ahogada caballera en la corriente / álamo seco de san juan de duero / álamo mudo entre el bullicio de sus compañeros / ya no escuchará más / la canción de su viento llevado por los pájaros
         7. En cuanto a mí / secreta en mi silencio / doy los buenos días / sonrío / lloro hacia dentro con la carga del mar / y pienso / que lo peor he de sufrirlo sola
          8.  Ay / del pescador en la galerna / por más que el bienestar le aguarde en casa / y al errante holandés siempre en el mar / las aguas penetraron hasta el alma / si tan solo pudiera / desde lejos oír / o recordar mi música insolvente / tengo que concentrarme, debo hallar / la mínima ilación de pensamiento / debo pensar en qué voy a pensar / solo residuos de recuerdos / imágenes inertes / van bruñendo los bordes de los días / un vacilante viento que sopla en los adentros / donde caducos cántaros / capturan el caudal de mí sustancia / dejando abandonada / la vaina corroída de mi naturaleza / superfluos sentidos / ciegas formas / dócil planta del pie ya casi inerte / para andar los caminos que se ofrecían varios
         9. Y yo respirándole / boca a boca dormido / se me va / se me va yendo lentamente / cada vez es más triste su mirada / no sé si estoy viviendo un mal sueño
       10. Quién es / aquel hombre que viene de lejos / su oscura silueta contra el horizonte / quién es aquel hombre / nevando / nevando está en el castillo / sobre el río /  en un árbol escondido canta un pájaro / mirándome suplicante un perro pasa / pobre  viejo feo y gris / nevando / quién es aquel hombre / en la rama de una acacia / junto a la última hoja seca del verano / un botón de primavera / abajo el río se riza / quién es aquel hombre que viene hacia mí / quién es aquel hombre
          11. Y cómo duele / todo lo existido / la luz ociosa / la crueldad del triste / los ecos rotos sobre las ventanas / abandonó ciuda­des de la niñez / el frescor vegetal de la fuente que nunca exis­tió / el canto arrogante y resuelto / las olas limitando contornos aurorales / consagrada / identidad entera cuánto cuestas / sumerge a lo que interroga un fantasma severo / polvo y tierra del hombre / polvo húmedo / orígenes / sucesos / sustancias primordiales / algo vaciado en fraguas ocultas de la entraña / inhóspitas constelaciones / ríos de luna por calles en cuesta / delfines prisioneros en la redoma estrecha / cuánto andrajo de seda / cuánta herrumbre de oro / cuánta nota deshecha /  descom­puesta en amargos sonidos triturados / excavadoras de ruinas / minas a cielo abierto de ceniza / montes sobre catedrales y palacios / nuevos y dolorosos nacimientos a la muerte / con placentas inscritas en matrices difuntas
           12. Déjame / respirar hondamente / hondamente el perfume de tu cabellera / y hundir en ella mi infortunio / mis vicios de honesti­dad en mundo corrompido / es necesario resistir aún más / hasta que en los estantes no queden libros / ni un solo cuadro / no pueda oírse música / ni haya caudal preciso para alimentar pájaros /  mientras algunas veces / a la hora de la cena / me. seguirás diciendo / lo peor no lo hemos visto todavía
           13. Señor fiscal / el motivo de mi vivir / es ser mi propia y exclusiva fatiga / la condena señalada como levadura del espíritu / la miserable y áspera materia / que fermenta a lo largo de mis horas / el dilatado hastío fulgurantemente roto / (en ocasiones infrecuentes) / imágenes caducas / laten aún en el huésped de mi cuerpo / como hojas de un álbum donde anotamos algo / un teléfono / una dirección / que nunca vuelven a mirarse / cansancio de mí misma / desaliento absoluto en forma de mujer / amargo encuentro del espacio y del tiempo / ecuación que jamás podré solucionar / por racionales métodos / acaso él sí / en su campo de exterminio / como si se estuviera despidiendo de mí / y me valora lenta pausada / definitivamente
14. He de pintar de blanco / el techo ennegrecido / para el regreso a casa / amor mío / toda la tarde pensando en ti / no lo niegues / he guardado en el desván los abrigos del invierno / las botas de lluvia / la bufanda encarnada /  qué dolor inservible / la ropa se ha quedado ancha / en polonia en hungría en alemania, en rusia / hasta el transiberiano horadando la nieve / bien estibada raíz de sliwovitza / ráfagas de tus muslos de uniforme / mi mono azul pasado está de moda / cuando en el capitol la rebelión a bordo / y ginger rogers entusiasmada de sus falsos clientes / el antepecho del balcón quebrado por la metralla / en el acuárium / un teniente de carabineros / revolaba su capa al son de salomé con palmas / salomé maría salomé / a los pies de un limonero flo­recido / veinte años que jamás olvidaré

          15.  Aunque / la mariposa apolo / cleopatra de las ruinas / trate de su debida apropiación / sus colores azules de cobalto candente / dirías que es del trópico el respirar frondoso / dirías que el deseo vuela inestable / de una fuente a otra / dirías que es el juego trágico / de contar los segundos de sesenta y tres años / hasta mudar el cuerpo en un segundo inmenso / de eternidad enig­mática / de integral en las fórmulas fragmentarias del tiempo