jueves, 29 de marzo de 2018

De las maestras republicanas de por aquí (y 2)


Continuamos, en esta segunda y última entrega, abundando en la importancia que la Segunda República concedió a la educación en nuestro país. “España no será una auténtica democracia mientras la mayoría de sus hijos, por falta de escuelas, se vean condenados a la perpetua ignorancia”, se afirmaba en aquel Decreto que proyectó la creación  de 7.000 plazas de maestros y maestras en 1931. Las maestras y los maestros iban a ser, por ello, los funcionarios más importantes del Estado. Aquí resaltamos el papel decisivo que jugaron las maestras a favor de aquel proyecto ilusionante. Por lo que, tras perder la República la guerra civil (1936-1939), con la implantación de la dictadura franquista, muchas de estas mujeres enseñantes pagarían muy caro su compromiso.
            Maestras modernas
             Cabe decir que en aquella época el magisterio era una de las carreras más aceptadas por las  mujeres. La profesión de maestra era uno de los pocos ámbitos laborales en el que las mujeres habían ido conquistando, desde el siglo XIX, un terreno de afirmación, reconocimiento y legitimación en la esfera pública. Así que muchas jóvenes se matricularon en la Escuela Normal de Soria. Ya como maestras, algunas hicieron suyos los ideales republicanos y representaron un nuevo modelo de mujer, a veces sin ser conscientes. Por primera vez una mujer enseñaba tanto a niñas como a niños, derribando los muros que los separaban en la escuela.
            Por primera vez una mujer era jefa de un hombre, como ocurrió con aquellas directoras de colegios. La mujer-maestra, moderna e independiente, empezó a erigirse como autoridad cultural, toda vez que el maestro era el “intelectual del pueblo”. Suponía, por tanto, un gran paso hacia la igualdad. El otro se dio cuando la mujer ganó su derecho al voto en 1933.
            Pero no pudo ser.
            Como decimos, este proyecto educativo preconizaba una pedagogía activa, intuitiva e integral, que estimulaba el desarrollo de la personalidad de cada niño y de cada niña en las escuelas mixtas. Era un modelo de educación caracterizado por ser público, laico, obligatorio, gratuito, bilingüe y solidario, en el que se instituía la coeducación en los tres grados de la enseñanza.
            Si esta política educativa emprendedora y eficaz, para sentar las bases de una esuela laica y republicana, se hubiera visto acompañada –como dice Bruno Vargas– de una enérgica reforma agraria, cabe pensar que se habrían conseguido los objetivos finales y se habría implantado definitivamente la República, pues, tal como ocurrió en Francia a finales del siglo XIX, la República española no tenía otra alternativa para vencer a las fuerzas tradicionalmente opuestas al progreso que ganar la batalla del campo, donde trabajaba el 45,51% de la población.
            Pero el alzamiento de los facciosos el 18 de julio de 1936 dio al traste con todo. La pesada bota militar quebró a la paloma de la democracia las alas de su libertad. La represión franquista no se hizo de esperar. Afectó a todos los vencidos. Y se ensañó especialmente con todas las mujeres ilusionadas, valientes y comprometidas como las maestras, porque para los vencedores habían transgredido el modelo tradicional de la mujer.
            Maestras de la provincia de Soria represaliadas
            De la amplia lista de maestros de la República en la provincia de Soria represaliados por el franquismo con la suspensión de empleo y sueldo (varios fueron fusilados) extraigo la siguiente relación de maestras:
            Adelaida Llorente Romero (Covaleda), Adoración Cordón Jiménez (Navaleno), María Felipa Llorente Naya (Orillares), Enriqueta Otero Blanco (San Esteban de Gormaz), Ángela Delgado Llorente (Miño de San Esteban), Carmen Valero Pascual (Aldea de San Esteban), Matilde del Cura García (Peñalba de San Esteban), Eloisa Reglero Asensio y Pilar Albo Martínez (Ólvega), Patrocinio Fernández Muñoz (Noviercas), Emiliana Falche Ruiz (Almazán), Andrea Herrero (Ventosa de San Pedro), Estrella Sarnago Jiménez (Torrearévalo), Felipa Martínez Corchón (San Andrés de Soria), Florentina Gómez Pascual (Almazul), Carmen Lamuedra de la Orden (Carazuelo), Josefa Álvaro Planelles (Arcos de Jalón), Julia Rodríguez Merino (Montuenga), Perpetua Pastor García (Morcuera), Justina Relaño Gómez (Cañicera), Luisa González Lorenzo (Mazaterón), Luisa Rodríguez Barón (Berlanga de Duero), Rosalía Estévez Fernández (Hortezuela) María Gómez García (Ventosa de Fuentepinilla) y Encarnación Medrano González (Quintana Redonda).
            Son todas las que están, aunque puede que no estén todas las que son. Y a ellas añado, solidariamente, el nombre de la Inspectora-Jefa de Enseñanza Primaria, María Cruz Gil Febrel (Soria), separada definitivamente del servicio y dada de baja en el escalafón, desde Burgos ciudad, con fecha de 19 de junio de 1937.
            Todas ellas, al encarnar el nuevo modelo de mujer moderna e independiente, habían cometido el terrible delito de poner en entredicho el rol y el patrón de conducta que la sociedad patriarcal adjudicaba a la mujer. El transmitido y puesto al día por la iglesia católica. Y es que fue precisamente la iglesia la que suministró a los represores el discurso sobre las buenas mujeres, identificándolas con las buenas cristianas, y las demás eran las no-mujeres.
            Así que con el nacional-catolicismo se volvería a las andadas. La mujer fue el principal objetivo de la empresa moralizadora pues resultaba que la mujer estaba naturalmente destinada para el matrimonio y para las labores domésticas. Su carrera profesional venía a ser formar una familia y tener prole. Y en eso se ponían de acuerdo prácticamente todas y todos: la maestra, el cura, los padres, los moralistas, las cupletistas, las escritoras de novelas rosa, y hasta las profesoras de gimnasia, si me apuran.
            Aquellos sueños del espejo republicano se habían roto, por tanto, en mil añicos.  Y tendrían que pasar muchos años en España para que las mujeres volvieran a recuperar la dignidad perdida. Para poder echarse de nuevo a volar. 
            En estos tiempos políticamente confusos y algo revueltos, sigue abierto el problema educativo. Bueno sería recuperar tanto tiempo perdido a la hora de decidirse sobre la dirección a tomar.
            Y estas maestras republicanas de por aquí, a las que les rendimos sencillo pero sincero homenaje, son un buen referente con vigencia plena todavía, dada su decidida lucha emprendida por la igualdad entre hombres y mujeres y a favor de la escuela pública.
            Sigamos, en consecuencia, su ejemplo. Para que nuestras alumnas y alumnos sean seres pensantes, con autonomía personal y capacidad de discernir por sí mismos.          
            Por su propio bien, y en beneficio de nuestro propio país.
José María Martínez Laseca
(19 de marzo de 2018)

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