domingo, 31 de diciembre de 2017

Tres villancicos navideños, tres, de nuestra rica tradición oral

El rotar de la tierra alrededor del sol  sigue marcando los ritmos de los seres vivos en sus trabajos y en sus ocios. Ello se hace palpable en lo que conocemos por calendario, que nos  sirve para organizar el paso del tiempo en diferentes segmentos: días, semanas, meses y años. Surgen de idéntico modo las conocidas cuatro estaciones de la primavera, verano, otoño e invierno, a las que acompasa el palpitar de la naturaleza misma con sus significativos cambios de ropaje.
            En el marco, pues, de los diferentes ciclos por los que transitamos en nuestro deambular sobre el suelo terráqueo, nos vamos a  ir adentrando en el del frío invierno, donde cobrará una importancia capital para el mundo cristiano el ritual de la Navidad, toda vez que la iglesia eligió para la celebración del nacimiento de su fundador el día 25 de diciembre.  No fue una decisión arbitraria, sino que se hizo con la clara pretensión de transferir la devoción que sentían entonces los gentiles  por el sol.
Así, en el calendario juliano se computaba el solsticio de invierno el 25 de diciembre, considerándolo como la natividad del sol, al comprobarse que comenzaban a alargarse los días, acrecentándose su poder desde ese mismo momento crítico. En este sentido, ya los egipcios representaban al recién nacido sol por la imagen de un niño que sacaban al exterior para presentarlo a sus adoradores. Incluso el dios Mitra fue asociado con el sol, el invencible sol,  por sus fieles devotos y por eso su natividad caía también en día tan señalado.
 Cierto es que los evangelios nada dicen respecto del nacimiento de Cristo, y por eso no celebraban su onomástica al principio. No obstante, pasado algún tiempo, los cristianos de Egipto acordaron el 6 de enero como fecha de la Natividad. Y así permaneció en la costumbre hasta que, a finales del siglo III o comienzos del IV, la iglesia de occidente adoptó el 25 de diciembre como fecha verdadera. Una decisión que también asumió después la iglesia de oriente, quedándose ya como definitiva.
En consecuencia con todo lo anterior, la Navidad comporta uno de los hitos fundamentales de los ciclos festivos a los que nos estamos refiriendo. En términos generales, la Navidad comprende un conjunto de celebraciones que van desde La Nochebuena, el 24 de diciembre, hasta el 6 de enero o de la Epifanía de los Reyes Magos. Y no hay ningún pueblo de España, ni de occidente entero,  que no conmemore con alegría compartida el nacimiento de Jesucristo.
Dentro, por tanto, de esa similitud de fondo de las distintas celebraciones navideñas, se observan no pocas variantes de carácter popular. Como bien advierte J. M. Caballero Bonald, los elementos obviamente inamovibles no obstaculizan el desarrollo de otros jolgorios privativos de determinadas regiones. Y señala el villancico como uno de nuestros más ilustres veneros poéticos de tipo popular –en distintas versiones ligadas a los respectivos cancioneros musicales– de un extremo a otro del país.
Son los villancicos esas letrillas tradicionales que se cantan a  varias voces durante las fiestas navideñas que cierran el año viejo y abren uno nuevo. Sabemos que en su origen se trataba de canciones profanas, con un estribillo característico, que se reiteraba entonándose a coro frente a las estrofas que interpretaban los solistas. Más tarde, los villancicos fueron introducidos en las iglesias y pasaron a asociarse concretamente con la Navidad.  
Como botón de muestra, traemos aquí tres ejemplos recogidos en nuestra provincia de Soria. En mi pueblo de Almajano, sin ir más lejos. Que a mí me traen recuerdos entrañables, porque me los cantaba mi madre (Angelines Laseca Antón) cuando yo era pequeño. Tanto me gustaron sus relatos que nunca los olvidé y de ese modo he podido plasmarlos posteriormente por escrito.
Son los tres que aquí selecciono, y que están relacionados, dentro de la historia sagrada, a la infancia del Niño Jesús. El primero de ellos es el titulado “La Virgen y el labrador” y nos lo cuenta así:
Camina la Virgen pura / a Egipto desde Belén / llevando al niño a caballo / porque el Rey Herodes / mandó degollarlo. / En la mitad del camino / a un labradorcito ve. / Le ha preguntado la Virgen: / Labrador, ¿qué haces? / Señora, sembrando / un poco de trigo  / para el otro año. / Vendrás mañana a segarlo / sin ninguna detención. / Este milagro lo hace / nuestro divino Señor. / Si acaso vinieran / por él preguntando / dices que le viste / y estando sembrando. / El labrador va a su casa / lleno de gozo y placer / y todo lo que le pasa / se lo cuenta a su mujer. / Y la mujer dice / que no puede ser / en tan poco tiempo / sembrar y coger. / Y estando segando el trigo / vieron venir a caballo / todas las tropas de Herodes / por el niño preguntando. / El labrador dice: / –cierto que le vi, / estando sembrando / pasó por aquí. / Vuelven caballos atrás / llenos de rabia y de ira, / pues no pudieron lograr / el intento que traían. / Y el intento era / llevárselo preso / para presentarlo / al rey más soberbio.
Tiene un total de 44 versos de arte menor (octosílabos y hexasílabos), con rima asonante de modo irregular. Su temática, queda enmarcada en la denominada Huida a Egipto que realizan la Virgen María y San José en su desesperado intento de proteger al Niño Jesús, frente a la pretensión del rey Herodes de capturarlo y matarlo, por considerarlo un posible usurpador en tanto que rey de los judíos. Ello propició la conocida matanza de los Santos Inocentes, dado que Herodes mandó degollar a todos los niños menores de dos años que había en Belén. El diálogo que se establece entre la Virgen y el labrador  es el elemento que vertebra el texto. Se le conoce también como  “El milagro del trigo”, ya que al anticiparse la cosecha del cereal las tropas perseguidoras se quedan desorientadas.
El segundo al que nos referimos se conoce tradicionalmente bajo la denominación de “La Virgen y el ciego” o, también, como “La fe del ciego”. Nos lo narra así:
Camina la Virgen pura / de Egipto para Belén / y en la mitad del camino / el Niño tenía sed. / No pidas agua, hijo mío, / que no se puede beber, / que bajan los ríos turbios / y no se puede coger. / Allá arriba, en aquel alto, / hay un rico narangel / y el que lo está guardando, / es un ciego que no ve. / Ciego, deme una naranja / “pa” este niño que trae sed. / Entre usted señora y coja / las que le hagan menester. / La Virgen, como era Virgen, / no cogía más que tres. / Y el Niño, como era niño, / todas las quiere coger. / Mientras la Virgen cogía / volvían a florecer. / Tan pronto marcha la Virgen, / el ciego comienza a ver. / ¿Quién ha sido esa Señora / que me ha hecho tanto bien? / Ha dado luz a mis ojos / y a mi narangel también / Era la Virgen María / que con su hijo iba a Belén. 
            Se trata, en este caso, de un bello romance, de 30 versos octosílabos, en el que  riman los pares en asonante (-e), mientras que quedan libres los impares. Resaltan los verbos en infinitivo de la segunda conjugación. Este villancico se enmarca cronológicamente en una secuencia posterior al primero, ya que hace referencia al retorno de la sagrada familia a Belén, desde Egipto a donde había huido. Aquí es la Virgen quien realiza la petición al ciego en el diálogo que se establece entre ambos. Simbólicamente se opone la oscuridad del ciego con la luminosidad que representa Jesucristo. Y es la generosidad del ciego la que hace que se opere el milagro y recupere su vista.
            El último al que nos referimos da en titularse por el primero de sus versos: “Madre en la puerta hay un Niño”. Y reza así:
Madre en la puerta hay un Niño / más hermoso que el sol bello /  sin duda que tiene frío / y esta desnudito en cueros. / Anda dile que entre / se calentará, / porque en esta tierra / ya no hay caridad.  / Entra el Niño y se calienta / y calentándose estaba, / le pregunta la patrona: / ¿De qué tierra y de qué patria? / Mi padre es del cielo, / yo bajé a la tierra. / Si usted me dijera / dónde está mi madre / de rodillas fuera / y hasta que la hallare. / ¡Hacedle al niño la cama / en la alcoba y con primor! / No señora, no me la haga, / que mi cama es un rincón. / Desde que nací / y hasta que me muera / ha de ser así.
Es este un villancico clásico de nuestra Navidad, que alterna en su composición de 25  versos, a octosílabos y hexasílabos. Su temática, alejada de los tópicos habituales (natividad, pesebre, pastores, magos de Oriente, etc., se centra en ese extraño infante que vaga solitario y desnudo por las calles. Entre él y la dueña de la casa se establece el diálogo que nos descubrirá de quien se trata. A su vez, la patrona dictará las órdenes a un tercero en demostración de su talante hospitalario y caritativo.
A modo de conclusión, señalaré que los tres villancicos aquí coleccionados forman parte indubitable de nuestra tradición oral soriana. Y son variantes o variaciones, en cada uno de los casos, de un mismo tema en origen, el que también se pone de manifiesto por otros muchos lugares.

Todos ellos se integran, por consiguiente, dentro de lo que se denomina patrimonio cultural inmaterial que, por lo valioso del mismo, deberíamos conservar y transmitir como importante legado a las generaciones venideras.  
José María Martínez Laseca
(29 de diciembre de 2017) 

domingo, 24 de diciembre de 2017

El sorprendente caso del Niño-Jesús robado de su propio belén

Muy queridos paisanos: les habla el detective Santero Mateo, alias “El Sante”. En primer lugar, les pondré en antecedentes sobre el caso que aquí nos ocupa. El que ocasionó un gran revuelo mediático ya que sobrepasó las bardas del corralito local, y que, debido a ello,  requirió la prestación de los servicios de investigación por parte de nuestra agencia “Satur & Sante. Detectives privados”, la única  existente en la capital soriana, con sede sita en el tercer piso de un viejo edificio de la conocida calle Estudios. Como bien saben ustedes, con la intensificación de los fríos durante el mes de diciembre, dadas las especiales características concurrentes de incentivación al consumo cada vez mayores, la empresa contratada a tal fin por el Excmo. Ayuntamiento, y a instancias interesadas de su junta de  gobierno, anticipaba la decoración lumínica nocturna de las calles y plazas más céntricas del casco urbano. Con la colocación de miles de bombillitas led (para evitar despilfarros energéticos, se decía, en pro de la sostenibilidad de los recursos), las que componían dibujos de estrellas, abetos, hojas de acebo,  bolas y otras filigranas multicolores. También los comerciantes se habían esmerado en decorar los escaparates de sus tiendas para atraer a la reacia clientela. El año pasado, por aquello de la importancia dada por los mandamases locales a las políticas de proximidad y de participación ciudadana, las diferentes asociaciones vecinales del municipio se implicaron en el Concurso de Adornos Reciclables de Navidad en los respectivos barrios, ora extramuros como los de Las Casas, Pedrajas, Oteruelos y Toledillo, ora propiamente urbanos como los de San Pedro, Santa Bárbara, La Barriada, del Calaverón, de los Pajaritos y zona del Casco Viejo. A fin de cuentas, la llegada de los fríos y la instalación de la iluminación nocturna anticipaban la llegada de la siempre tan entrañable como adorada por los más pequeños fiesta de la Navidad. O de las Navidades en plural, como decimos por estos pagos, que nos evocan muchos y muy diferentes sentimientos, pues no en vano cada uno de nosotros reacciona de distinta manera. Así hay quienes las ven absurdamente familiares. Empero yo les hablo desde el gran amor que siento hacia las Navidades, por los recuerdos que me traen de mi lejana infancia pueblerina, ya que entonces eran una festividad mucho más íntima y sincera, y con más nieve, mientras que ahora nos sumen en una auténtica vorágine, perdiéndose en la turbulencia sus valores esenciales.
            Lo cierto y verdad es que, una vez más, en consonancia con lo dicho, los trabajadores del almacén municipal, cual si de un operativo de intervención inmediata se tratara, colocaban un hermoso árbol navideño de la familia de las pináceas, al tiempo que, como todos los años, montaban el belén en plena Plaza Mayor, frente a la fachada principal del Ayuntamiento, bien que desplazado hacia la izquierda, acercándolo al Palacio Cultural de La Audiencia. Sobrio y humilde se mostraba a los  ojos, en cuanto a figuras, como simbolizando el espíritu minimalista de los sorianos. Una cerca rectangular de madera delimita el espacio con una suerte de granja de apenas tres gallináceas en su interior, en el ambiente de un paisaje rural donde un único pastor con su cayado, junto al puente sobre un supuesto río, atiende no más que una oveja, con su corderillo y el carnero padre. Obviamente, el centro de todas las miradas recaía sobre el establo: una caseta de madera con dos departamentos. En el de la derecha, una mula y un buey descansando sobre un lecho de paja, y en el de la izquierda, la figura puesta en pie de San José, que contempla complacido a la Virgen María sentada frente a él y cabizbaja.
La voz de alarma saltó cuando, varios días después de su montaje, uno de los curiosos visitantes al pasar junto al Belén exclamó, sorprendido, a voz en grito: ¡Han robado el Niño Jesús, pues no se encuentra entre los brazos amorosos de su madre! ¡Sin duda, que algún desalmado se lo ha llevado!” La denuncia corrió de boca a oreja y de prensa digital a prensa impresa, con Heraldo-Diario de Soria al frente, de la COPE a la SER…, llegando incluso a La 8 Soria TV, que desplazó a uno de sus intrépidos reporteros para entrevistar al denunciante in situ. El caso es que la Policía Municipal, requerida por la concejala delegada, actuó con prontitud y detuvo a un sospechoso. Se trataba de un mozo barbudo que había sido visto merodear por allí, pero que, conducido al cuartelillo y tras tomársele declaración, fue puesto en libertad sin cargos. La leal oposición política se movilizó al conocer la noticia, voceando a los cuatro vientos que era una vergüenza lo acontecido, consecuencia, sin duda, de la dejación de funciones por parte del equipo de gobierno del PSOE, con su alcalde-presidente a la cabeza. Sin duda que la Navidad une a los más alejados, incluso ideológicamente, y así PP, C´s, Sorianos e IU coincidían en su diagnóstico fatalista.
Ante el cariz que iba cobrando el tema, y debido a la gran alarma social producida entre la población, el primer edil, optó por pasar a la acción. El prestigio de nuestra agencia de sabuesos “Satur & Sante” era evidente. La resolución del caso de la plaza robada en la ciudad, relativo a la privatización del espacio público en Ramón y Cajal fue sonado en su día. Eso hizo que la fama nos precediera. Ya sé que alguno de ustedes me alegará que muy escasas credenciales eran esas. A lo que yo le respondería que no mucho más hizo el noble visigodo Saturio, pues con un único milagro como fue el dejar que saliera vivo el travieso niño Romualdo Barranco, natural de Carbonera, tras precipitarse desde la ventana de la ermita a unos enormes peñascos junto al Duero, pasó a ser aupado a los loores de la santidad y nombrado para el resto de los días patrono de la ciudad de Soria.
Fue el propio alcalde en persona, sin reparar en gastos, quien acudió sofocado a nosotros: “¡Os pido eficacia en esto, que me estoy jugando el bastón de mando!”  Al punto convoqué yo a mi querido ayudante don Saturio Gonzalo, apodado “El Satur”, exsargento jubilado de la Policía Municipal, y nos pusimos manos a la obra.  Entrados en harina, pudimos enterarnos de que no se trataba de un caso aislado puesto que  robos similares, de un tiempo a esta parte, se producían con frecuencia por toda  la piel de toro española. Desde Cataluña a Andalucía y de Galicia hasta Murcia. Como botón de muestra, ante la reiteración del delito, en la ciudad de León, habían optado por pegar con cola de la buena el niño Jesús a los brazos de su madre la Virgen María. También nos enteramos de que, saltando allende los mares, en Guatemala, el robo del niño Jesús, constituía una tradición muy arraigada. La cosa se les ponía fácil a los malhechores, pues menudita como es la figura del susodicho infante, bien cabía en cualquier tipo de bolsa. Por consiguiente, fuese una sola persona o en comandita con otros cómplices, la podían coger disimuladamente del Belén y llevársela con el compromiso implícito de organizar una fiesta para devolverla después. No resultaba extraño que, como consecuencia directa de la globalización y de la emigración de gentes, tal costumbre se hubiera instalado en la ciudad de Soria, al igual que había ocurrido con los siluros en el rio Duero. Pese al hallazgo, no quisimos lanzar las campanas al vuelo y optamos por personarnos ambos dos en el “lugar del crimen”. Y en esas nos encontrábamos, de mañana, cuando centraron nuestra vigilancia un padre y su hijo pequeño, que se acercaron a contemplar el Belén en cuestión. Atentos, aguzamos nuestros oídos: “¡Mira, hijo mío –exclamó el padre al contemplar la dependencia del establo en la que estaban la Virgen María y San José– algún ladrón ha vuelto a robar al Niño-Dios!” A lo que el chaval, un tanto espabilado, le respondió presto: “Pero papá, ¿no te das cuenta de que todavía es muy temprano y que será en esa noche, a las doce horas, como dice el villancico “esta noche nace un niño”, cuando venga al mundo el Niño-Jesús, que por eso es Nochebuena?”
No tuvimos que oír nada más. Mi colega y yo nos miramos estupefactos el uno al otro. “Elemental querido Satur –le dije yo sonriendo”. Asunto tan engorroso quedaba por fin zanjado de un modo imprevisto. Cuestión de aplicar la lógica hipotético-deductiva, o sea de lo que muchos entienden por sentido común, que, lamentablemente, es el menos común de los sentidos. Habría que esperar, pues, a que naciera el Niño Jesús primero, para después poder colocarlo en el belén junto a sus padres y al calorcillo de la mula y el buey. Es aquí, en la  conclusión, donde debo advertirles a mis queridos paisanos lectores de como muchos de los quebraderos de cabeza policiales han encontrado su esclarecimiento, más pronto que tarde, debido a la colaboración ciudadana. Cual es el caso.  
 José María Martínez Laseca
(24 de diciembre de 2017)

jueves, 30 de noviembre de 2017

Recuerdo de dos instantes: Peracho y Pepe Sanz (y II)

En relación con los rituales de desagregación, siempre me mereció un interés especial aquel del Finisterre gallego en el que quienes portaban al finado en andas entre la iglesia y el camposanto, daban tres pasos adelante y dos hacia atrás, con lo que tan solo avanzaban un paso. Demostraban de este modo su dolorido sentir y su apego con el ser querido, como resistiéndose a prescindir de su compañía. Algo similar nos sucede a nosotros con nuestros dos amigos, ya que no nos resignamos a su pérdida.
No queda aquí la cosa, porque, curiosamente es también en el mes de noviembre, el 11 del 11, coincidente con nuestro San Martín de Tours cuando se conmemora el Día Internacional del Origami o Papiroflexia como una actividad que crea amistad entre personas.
Viene aquí a cuento, dado que es la amistad lo más necesario para la vida. Sobre ella han filosofado Aristóteles, Cicerón, Montaigne, y más cerca Pedro Laín Entralgo, entre otros muchos. Este último la define como una peculiar relación de amor entre dos personas, para su mutuo bien y a través de ella se perfecciona la naturaleza humana, ya que convivir humanamente es convivir con los demás, partiendo de los más próximos.
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, reza el refrán. Y es que la calidad de nuestra existencia viene marcada por la densidad que damos a los encuentros con otras personas, los amigos sobre todo. Pero no se tiene por amistad cualquier relación ya que la auténtica y verdadera no es fácil de conseguir, puesto que exige esfuerzo y continuidad. En realidad, el amigo verdadero ha de ser como la sangre, que acude siempre a la herida, decidida, sin aguardar que la llamen. Siempre los amigos nos ayudan a ser mejores.  
Este libro, que aquí presentamos hoy, está dedicado al recuerdo de Peracho y Pepe Sanz y es la demostración palpable de que ambos supieron granjearse, por méritos propios, un puñado de amigos dentro y fuera de Soria.
Y acaso eso lo hizo posible su capacidad de compromiso. Algo fundamental, al definirse esta palabra como aquello que nos hace seres capaces de aceptar y ser aceptados por los que nos rodean. A partir de ahí, ellos pudieron construir sus vidas más volcadas en el compromiso social y cultural. A sabiendas de que la vida de todos y de cada uno de nosotros es un problema común.
Ello enlazaría directamente con lo que algunos denominan como el cultivo de lo inútil, cual ocurre con la dedicación a las artes y las letras, las humanidades, que son lo que dan contenido espiritual a todo lo demás, ya que llevan a reflexionar y profundizar sobre el propio vivir en particular y sobre la condición humana en general.
Tanto Peracho como Pepe Sanz fueron dos personas que hicieron honor a la palabra dada, ya que los dos se significaron por su amor y defensa de la palabra. Usándola en su filo creativo.
Peracho  como narrador prioritariamente en su variante escrita, mientras que Pepe Sanz, en su condición de rapsoda y cuentahistorias, un tanto más en su formulación oral. Ambos, sin duda, a partir de su imperiosa necesidad de comunicar y de comulgar con los demás.
 Estoy hablando de literatura. De aquí que, entre varios posibles, haya escogido este poema de Jorge Luis Borges, titulado 1964, que suma dos sonetos y  donde el yo poético se acostumbra a vivir dentro de una ausencia, mostrando la soledad y la fuerza del olvido  en tono melancólico. Dice así:
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
 luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente) sino
 lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
 la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Sabido es que la mejor literatura es aquella que nos cambia y nos pone en la piel del otro. Que eso es en cierto modo lo que pretendemos nosotros también aquí, ponernos en su piel y en la de los suyos.
Porque nadie muere definitivamente mientras se le recuerda. Y eso es lo que estamos haciendo nosotros al rendir este homenaje a Peracho y Pepe Sanz en forma de libro. Resucitarlos trayéndolos a nuestra memoria, para que nunca se nos vayan del todo. Únicamente las vidas que se dedican a los demás merecen ser vividas, recordadas. Porque el tiempo que pasa, y que es nuestra sustancia ocasionalmente compartida en jardines de amor, es también oxidante y corrosivo y viene a dar razones al olvido.
El pasado al que siempre volvemos es aquel del que todavía nos quedan memoria y testigos. Y lo hacemos para ensanchar nuestro presente, ya que, sin él, este se quedaría mutilado. Por eso, para que identidades merecedoras, como las de Peracho y Pepe Sanz perduren, debemos hacer un buen uso de lo mejor que tenemos: la palabra.
Y es que, a fin de cuentas, no nos quedará otra cosa que no sean sino unas pocas palabras que nos salven. Como las que hay grabadas en las páginas de este libro, ofrecidas como flores en acción de gracias. In memoriam de Peracho y de Pepe Sanz. Porque si perdemos el sentido de nuestra memoria, perdemos el sentido de lo que somos.
Muchas gracias.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Recuerdo de dos instantes: Peracho y Pepe Sanz (I)


  Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Tal declamaba, con su voz grave, tan peculiar, el poeta argentino Alberto Cortez, conocido por muchos como cantautor de las cosas simples. Por lo que cabría añadirse que, en nuestro caso, el agujero es el doble de grande, al tratarse de la ausencia no solo de uno sino de dos personas consideradas amigos. “No hay extensión más grande que mi herida”, como clamó Miguel Hernández ante la pérdida de su amigo Ramón Sijé.
.-Buenas tardes (o mejor dicho, noches, porque ya ha completado el sol su jornada laboral. Y muchas gracias a todos vosotros que habéis respondido afirmativamente a la convocatoria de este día 29 de noviembre, en este otoño soriano, tan reseco de lágrimas de los ojos del cielo, cual corrobora el emergido esqueleto del pueblo de La Muedra por el brutal descenso de las aguas embalsadas, y en el que apetecería más quedarse al calorcillo del hogar, dulce hogar.
Hoy, nos trae aquí, a este viejo Casino de La Amistad-Numancia (doy gracias a su Presidente Adolfo Sainz), donde desembocamos con nuestra gozosa y lúdica Saturiada, la noble intención de rendir sincero homenaje a los queridos compañeros y amigos Juan José Peracho Soria y José Antonio Sanz García, lamentablemente fallecidos en  nuestra ciudad de Soria el 4 de abril de 2016 y el 28 de enero de 2017, respectivamente. (Un fuerte abrazo para sus compañeras Camino y Alicia, sus hijos y familiares que nos acompañan).
 Un homenaje que concretamos en el acto la presentación de este libro. Su título: In memoriam: A Peracho, In memoriam: A Pepe Sanz. Que ha sido  impreso en Gráficas Ochoa (gracias Alfonso Ochoa) y está editado por el Excmo. Ayuntamiento de Soria (Gracias al Concejal de Cultura, Jesús Bárez).
Y he dicho bien por fín, puesto que el mismo se ha hecho de rogar lo suyo para acabar saliendo a la luz de la imprenta. Como que  su presentación a la sociedad soriana estuvo anunciada, para el día 10 de agosto pasado, dentro del marco de Expoesía-2017 que versó sobre Exilios y poetas.
Cierto y verdad que se intentó, pero no pudo ser. Y por eso os pedimos perdón a cuantos allí acudisteis interesados aquel día. Todavía se tardaría un tramo de tiempo más hasta llegar acá, puesto que pareciera que los elementos adversos (la enfermedad del impresor y otros asuntos varios sobrevenidos) se hubieran conjurado, jugando a la contra, para complicarlo y retrasarlo. Hay quién describió poéticamente el proceso al advertir: “Y publicar un libro es agonía”.
Pero aquí lo tenemos ya. Tangible como pan de hogaza. Ofrecido al tacto de vuestras manos y a la vista de vuestros ojos, para que podáis degustarlo en su letra escrita. A vuestra disposición queda pues, tanto a la entrada de la sala como en las librerías.
Y por tratarse aquí del bautizo de la criatura en cuestión, narraré brevemente como fue concebido y quienes son sus progenitores o ideadores.
  La pérdida de Peracho y Pepe Sanz, ciertamente, nos impactó a quienes los conocíamos y coparticipábamos con ellos en el quehacer cultural de Soria. Germinó en uno de esos días en que yo me pasé por la librería Las Heras y conversé con César Millán al respecto. Algo había que hacer. Así que entre ambos acordamos la posibilidad de rendirles un homenaje público.
Entre las ideas que barajamos nos pareció que la mejor de todas era dejar constancia de ello en un libro. Y pusimos manos a la obra, en tanto que coordinadores del proyecto, solicitando artículos entre sus más próximos, dentro de un plazo corto. Hubo, debo decirlo, entregas inmediatas, otras tardaron algo más, unas pocas se hicieron de rogar lo suyo y algunas de las prometidas nunca nos fueron enviadas. Empero, se agavilló un corpus de textos interesante, que nos dejaba satisfechos.
A resultas, se trata, en definitiva, de un trabajo muy coral, de un libro colectivo. Y puede deducirse de lo antedicho que aunque no están todos los que son, sí que son todos los que están. Precisamente, cuantos figuran en cada una de las dos portadas (ya que el libro, como se ve, no tiene contraportada), dispuestos por orden alfabético. En tanto que autores de pleno derecho, paso a nombrarlos: Silvano Andrés de la Morena, Mariam Arlegui, Toño _Arroyo, Jesús Bárez, Manuel Castelló, José Andrés Diago Pérez, Lola Fonseca, Susana Gómez Redondo, Javier González Ortega, Fermín Herrero, Juan Largo, Ángel Lorenzo, Julio Llamazares, Andrés Martín, José María Martínez Laseca,, César Millán, María Poza Peñalba, Antonio Ruiz Vega e Ignacio Sanz. ( Además de los textos de Peracho y Pepe Sanz).
            Es, queda claro, con esta amplia nómina de gente conocida en la movida local, aportando su desinteresada colaboración, que este es un libro deseado, nacido de la necesidad de mostrar su afecto solidario ante la irreparable pérdida de Peracho y Pepe Sanz.
Estamos, ya lo he dicho, en otoño. Hasta el cierre del mes de noviembre nos han traído los dioses antojadizos o los vientos inesperados, en contra de nuestra decidida voluntad de llegar antes a puerto. Extraigamos, pues, de tal adversidad alguna virtud.
En el mundo agrario y de la cultura tradicional –de los trasnochos con narración oral de relatos y leyendas en derredor del fuego de la chimenea– del que provenían nuestros dos protagonistas, pues Peracho era de Rioseco de Soria y Pepe Sanz de Almarza, el calendario festivo era cíclico. Pautado por el paso de las estaciones que va cambiando el decorado del paisaje.  Y de la misma forma que el carnaval da paso a la cuaresma, las fiestas de la cosecha y de la vendimia dan paso a la languidez festiva del otoño.
Así, con el cierre del mes de octubre y la llegada del mes de noviembre se inicia una secuencia de tristeza y de melancolía. La mojonan la noche de las ánimas, el día de todos los Santos y el de los fieles difuntos. Dicha celebración constata en muy diferentes culturas el tránsito del verano al otoño.
Así, la antigua festividad irlandesa al respecto se nombra Samhain, que significa “fin de verano” y se consideraba como el Año Nuevo celta. Según la creencia el Samhain era un tiempo excepcional y mágico que permitía que los espíritus de las personas fallecidas retornaran a la vida para  comunicarse con sus seres queridos. 

sábado, 18 de noviembre de 2017

De las viejas raíces al nuevo rebrote del periodismo soriano



Un viejo refrán pretendía caracterizarnos en cuanto a falta de iniciativa se refiere al sentenciar: “Nunca la gente de Soria hizo gran bulto en la historia”. Empero, tal maledicencia ha sido muy bien rebatida por estudiosos e investigadores en todo lo que concierne a nuestro suelo, en tanto que territorio poblado desde tiempos remotos y donde algunos de sus habitantes cobraron cierta relevancia al protagonizar hechos señalados o destacar en las diferentes facetas de las ciencias, las artes o las letras. Y esa mayor actividad es algo que se constata especialmente en el campo de la historia del periodismo, como podremos comprobar a continuación.
Sabido es que la prensa periódica –cual ya refería, en 1881, nuestro paisano Francisco Pérez Rioja– ha supuesto tradicionalmente un elemento poderoso de progreso y de adelantamiento en todos los sentidos, así como el que su importancia está en relación directa del grado de civilización de los pueblos y de las naciones, es una doble verdad reconocida por todos.
De ahí el gran papel que, desde su nacimiento, ha cumplido la prensa local, tenida por más humilde y modesta. Lo reflejó magníficamente el poeta Antonio Machado en su artículo, de 1915, “La Prensa de provincias”, que concluye diciendo: “Admiremos la gran Prensa, esos portentosos rotativos que nos aportan diariamente noticias de todos los rincones del planeta; pero amemos también y respetemos estos modestos periódicos provincianos que cumplen humildemente y, a veces a costa de grandes sacrificios, una misión santa: la de mantener vivo el amor a la letra impresa y de velar por los intereses comunes a cuantos vivimos apartados de las grandes urbes, por estos rincones de la patria española”.
En este orden de cosas, resulta llamativa la gran proliferación de cabeceras de periódicos que han existido en nuestra provincia de Soria, motivada por la voluntad de libre expresión. Un largo listado que se recoge en las publicaciones realizadas por analistas de la materia como Florentino Zamora Lucas (“La prensa periódica en Soria y su provincia 1833-1950”), María Teresa Jimeno Pérez (“La Prensa en Soria: 1900 a 1936”),  (José María Latorre Carnicero (“Pautas para un Análisis Hemerográfico de Campo (Campo Soriano) y de la Prensa Pública en Soria. 1942-1988”) y Jesús María Latorre Macarrón (“Periódicos de Soria (1811-1914”).
Como botón de muestra, durante el tiempo en que Antonio Machado ejerció la docencia de francés en el Instituto General y Técnico de Soria (1907-1912) se abría en la ciudad un amplio abanico de publicaciones como son las que anotamos aquí: Tierra, Tierra Soriana, Heraldo de Soria, El Indomable, El Eco de Numancia, La Prensa de Soria al dos de mayo de 1808, El Percebe, El Batallador, Cultura, La Voz del Independiente, Juvenilia, Juventud, El Ideal Numantino, Éxodo, Heraldo del Secretariado, El Desmoche, La Verdad, La Suno Malgrana, La Voz Castellana, El Porvenir Castellano, Noticiero de Soria, Cultura Agrícola, El Duero y El Porvenir Castellano. Sin que tampoco faltara presencia en la provincia con La Voz de Almazán, entre otros.
Es evidente que con algunas diferencias como producto acabado en su aspecto formal y  de contenido y a la valoración cualitativa y cuantitativa de su influencia social (dada la escasa tirada de ejemplares), de su capacidad para crear opinión y reflejarla.    
Por supuesto que, como por otros lugares, los desiguales sistemas de composición, de impresión y de distribución han marcado de manera decisiva el desarrollo del periodismo soriano para la transmisión de las noticias. Este también ha ido observando adaptaciones sucesivas, acorde con el ritmo de progreso de los tiempos para garantizar así su supervivencia. Conviviendo con otros medios de comunicación más atractivos y seductores como los audiovisuales de la radio y la televisión. Lo que también ha incidido, sin duda, en su mayor o menor longevidad.
Respecto a la periodicidad de su publicación, cabe advertir que no eran de salida diaria, por lo que algunos se tildaban de trisemanarios, completando entre ellos seis días de la semana. De aquí que surgieran en un momento determinado las opiniones coincidentes sobre la creación de un periódico diario, como ya sucediera entre 1895-1898 con el primer “Diario de Soria”. Para ello se necesitaba de algún organismo oficial o entidad oficiosa que avalase su economía. Resumiéndolo mucho, tras la desaparición del agrarista Campo Soriano, en agosto de 1988, no resultaría uno sólo, sino que fueron dos los diarios a diario los que acabaron cubriendo desde el papel impreso la información periodística del panorama provincial: “Diario de Soria” y “Heraldo de Soria”.
El primero de ellos, era heredero del llamado Faro del Hogar que nació, rancio y clerical, en el Burgo de Osma en 1913 y que tras su traslado a la capital pasó a denominarse Soria-Hogar y Pueblo (1964), con Fidel Carazo, hasta que en 1989, bajo la dirección de José Manuel Serrano, pasó a rotularse “Diario de Soria”, relanzándose de nuevo en 2006, ejerciendo Pablo R. Lago de director, conjuntamente con la edición para Castilla y León del diario El Mundo. Una cabecera esta que ya tuvo su primer ensayo (excepto domingos) en 1895. El segundo caso trae causa en primera instancia del Soria Semanal de 1977, dirigido por Marcos Molinero,  que después se nombraría Soria 7 días, con Juan Carlos Hervás de director, y que concluiría como “Heraldo de Soria”, la cabecera que así mismo ya había experimentado dos tentativas anteriores como semanario, tanto en 1907 como en 1913.
Pero la cosa no se quedó ahí. En este mundo globalizado y postcapitalista en que vivimos, marcado por la implantación de las nuevas tecnologías, con internet a la cabeza, los teléfonos móviles, las redes sociales y la irrupción de la denominada prensa digital, además de la reciente crisis económica y financiera de 2008, hicieron mella en la sostenibilidad  de la prensa periódica tradicional, dejando  mermados sus ingresos publicitarios, hasta llegar a desaparecer completamente sus cabeceras en algunas provincias de España.
En el caso de Soria esto se evitó mediante la reconversión de los hasta entonces dos periódicos diarios locales existentes y el ajuste de sus plantillas de trabajadores. Surgió así el pasado 21 de septiembre la actual cabecera: “Heraldo-Diario de Soria / El Mundo”, un proyecto ilusionante sustentado empresarialmente por los grupos: Henneo y Edigrup Media (presididos por Fernando de Yarza y José Luis Ulibarri, respectivamente), y bajo la dirección del periodista Félix Villalba.  
Toda esta peripecia reciente nos trae los ecos y resonancias lejanas de la muy larga historia del periodismo soriano impreso, que echó sus primeras raíces con la Gaceta Extraordinaria (1811), previa a las Cortes de Cádiz y las extendió con El Patriota de Soria (1813), en pleno contexto de la Guerra de Independencia. Dos décadas después brotó el Boletín Oficial de Soria (1833) y aún una más tarde, en época de Isabel II, con el gobierno progresista de Espartero (el mismo año en que abrió sus puertas el Instituto de Segunda Enseñanza de Soria), El Numantino (1841), periódico literario-artístico bajo la protección de la Sociedad Economica Numantina de Amigos del País.
 Su prospecto anunciador arrancaba con estas bellas palabras: “La libertad de imprenta es una de las más firmes garantías de nuestras actuales instituciones políticas: es el freno de las pasiones de los que gobiernan: es la guía de los pueblos: es la antorcha luminosa que les deja ver las cosas, objetos y personas cuales en sí son y cuales deben ser; y es en fin el sol moral cuyos brillantes rayos disipan las nieblas de la ignorancia y las nubes del fanatismo, y bajo cuyo influjo fertiliza el entendimiento humano y da los opimos frutos de la ilustración. Tal es la libertad de imprenta protegida y dirigida por las buenas leyes”.
El Numantino, como todos los periódicos que le siguieron después, se escribía para todas las clases del pueblo soriano a quienes iba dirigido. Si resaltamos, aquí y ahora, su nombre es porque entendemos que el mismo, en cierto modo, simboliza la resistencia numantina frente al duro cerco que está sufriendo la prensa periódica en su soporte de papel.
Y termino parafraseando unas palabras del gran difusor de lo nuestro, José María Palacio, cuando, en 1932 desde Valladolid, se refería a “La vida de “El Porvenir Castellano”,  para formular mi deseo a esta nueva empresa: Que por encima de todas las luchas más o menos de campanario, HERALDO-DIARIO DE SORIA / EL MUNDO, tenga por consigna inmutable: defender y propugnar la vida progresiva de la ciudad de Soria y de su provincia.
José María Martínez Laseca
(15 de noviembre de 2017)  

jueves, 12 de octubre de 2017

En memoria del "Che" Guevara, sembrador de esperanza

      Se cumplen ahora los 50 años de la ejecución de Ernesto Guevara [Rosario (Argentina), 14 de junio de 1928 - La Higuera (Bolivia), 9 de octubre de 1967], más conocido como el “Che” Guevara. Fue médico, político, militar y escritor. Murió joven y, enseguida, ascendió a los altares de la leyenda y del mito. Así, su retrato, con barba, pelo largo y boina negra -con la estrella de cinco puntas- cubriendo su  cabeza se convirtió en un auténtico icono del movimiento contracultural, visible todavía en las camisetas y chapas que lucen algunos jóvenes, en base a su condición de líder revolucionario. Ello, forjado en gran medida, por su contribución como ideólogo y comandante, junto a Fidel y Raúl Castro, entre otros, a la Revolución cubana, bajando desde Sierra Maestra para derrocar al dictador Fulgencio Batista. Participaría, asimismo, en la organización del Estado cubano, ocupando altos cargos en áreas económicas y de representación exterior hasta 1964.
A partir de esta fecha salió de Cuba para promover experiencias guerrilleras en América Latina, las que, si bien fracasaron, sentarían las bases de posteriores movimientos guerrilleros. Se aventuró primero en el Congo y, en 1966, en Bolivia para luchar contra la dictadura del general René Barrientos. En este país, tras una delación, sería capturado al ser sorprendido por el ejército boliviano en colaboración con la CIA. Lo ejecutaron en la tarde del 9 de octubre del 67, en el pueblecito de La Higuera. Después lo trasladaron en helicóptero a la ciudad de Vallegrande, exponiendo su cadáver en la lavandería del hospital. Su tumba permaneció bajo secreto militar, hasta que lo desveló el general Vargas Salinas en 1995. Esto posibilitó la recuperación de sus restos, que  fueron devueltos a su Cuba adoptiva en octubre de 1997. En la actualidad, reposan en el mausoleo levantado en su honor en la ciudad de Santa Fe.
            Y ha sido en este lugar de peregrinación para militantes de izquierda de todo el mundo, donde el Gobierno cubano del presidente Raúl Castro ha rendido tributo a su figura y a su legado. Recordando al Che como un "ser humano íntegro", "modelo de hombre altruista" y "excepcional revolucionario".
            En este mismo sentido de reconocimiento, damos en reproducir aquí un hermoso poema de la soriana Concha de Marco. Apareció escrito en el periódico “España Republicana”, año XXXL, Nº 688, La Habana, 15 de octubre de 1969. Págs. 49-51. Dentro de un suplemento de “Homenaje al Che” en las cuatro lenguas de España, con la participación de muchos poetas entre los que destacan Vicente Aleixande, Gabriel Celaya, Antonio Gamoneda, Manuel Pedrolo, Carlos Casares y Gabriel Aresti. Eran aquellos tiempos en que los intelectuales de la izquierda española acudían a las recepciones de la embajada de Cuba en nuestro país.
            Nuestra poeta celebra lo que fue su trayectoria partiendo de esa canción popular propia del norte de Argentina y extendida después a la pampa, denominada vidala (lo relativo a la vida) y que se caracteriza por llevar una cuarteta como estribillo. Su título es: “Vidala en honor de Che Guevara”. Y dice así:
“A veces sigo a mi sombra / a veces viene detrás / Pobrecita cuando muera / con quién se irá. //
Hombreador de todas las miserias / Del embrutecimiento provocado por hambre o por castigo / la clandestinidad su moneda de cambio / Interpretó el tiempo de su vida en la forma más alta / Su muerte dio respuesta a la contienda / Entre las fuerzas de justicia humana / Y la brutalidad de los que mandan / El Ché rebelde insobornable / Luchando contra lo más difícil / El asma crónica y los gobiernos/ corrompidos / La injusticia en cualquier parte del mundo / Arriesgando la vida en playas extranjeras / Entre agua y hambre, barro y sed / Hasta llegar a La Habana / Su Habana desconocida, su más patria. //
No es que vuelque mi vino / lo derramo de intención / Mi sombra bebe y la vida / es de los dos. //
Poeta componiendo su verso con acciones / Sus estrofas cargadas de sonoridades futuras / Inquieto como un tigre / Escapó a sus tres años de cálculo diferencial / Al calor de la casa y de los hijos / Al honor y decoro de su cargo / A las pensiones vitalicias / Al guardarropa lleno de medallas / Hasta la selva boliviana llevando por bagaje / Su voluntad pulida con delectación de artista. //
            Agachadita y callada / nunca se podrá encontrar / Otra sombra compañera / que sufra igual. //
Estas son las fuerzas que le persiguieron: / Nueve presidentes, cuatro generales, ocho coroneles / Once comandantes, veintidós tenientes / treinta y tres sargentos, cientos de soldados / Y este es el daiquiri que se está bebiendo / En lo más lujoso de Miami Beach el jefe Supremo. //
Esta es la vieja pastoreando chivas / Que se acercó al cañón un día antes. / Escribiste las últimas palabras: / “Y fuimos avanzando entre dos páramos”. //
Estos son los millones que dieron al traidor / Miradlos extendidos en la mesa / Con la efigie de George Washington. / Esta es la sucia cámara del cuartelillo / Donde le llevaron herido / Cautivo en el Yuro / Insensible al dolor sin una queja / Estos son los soldados bolivianos / Este es el Teniente Prado en Vallegrande esperando / Lo quiero vivo dicen los jefes / Con seis heridas de bala / En el paso profundo de siete horas dudando / En siete horas condensado / El sufrimiento inmerecido y aceptado / El blanco cuerpo indefenso en el centro del mundo / Cuantos mensajes telegramas órdenes contradictorias cambiaron / En los relevos del atardecer los asesinos / Hasta llegar a la última bala. //
Vieja: He perdido la última / Ahora ya tienes hijo todas juntas. //
Sombrita cuídame mucho / lo que tenga que dejar / Cuando me moje por dentro / la oscuridad. //
El Ché horizontal sobre la Historia / Hermoso continente de ciudades por venir / Sobre el tablado funeral tendido / Con la carne parada en la cintura / Su cuerpo devorado por las cámaras / Las dos noches profundas de sus ojos / Enormes de tiniebla párpados de plomo / Sólo en la hora crucial de su destino / Repartida su imagen entre las multitudes / Para incendiarse en noches de ametralladoras. // 
No sirven llantos / Los héroes rechazan consoladoras lágrimas / Su memoria debe crecer y prosperar en la memoria / Su voluntad hacer camino en otros / En un morse que no callará nunca / Detenidos están en el aire sus mensajes / Punto raya punto raya punto. //
En nuestra mano está que sus signos no pierdan sentido / Y se evaporen en humo de vanas palabras. //
Hermano Ché Guevara: / Descansa en las fosas comunes donde dispersas tus cenizas yacen / Has dejado tu vida en garantía / Sobre tus hombros fuertes y seguros / El destino de América y del mundo / Vergüenza y deshonor al que no aporte / Su golpe de cal viva su porción de esfuerzo.”
              Cuentan que al punto de producirse su muerte, corría entre las gentes una superstición popular que presagiaba que iba a arrastrar hasta la tumba a todos cuantos intervinieron en su asesinato. Y hay quien la ha dado por cumplida.
            En todo caso, la figura del Che sigue emergiendo, poderosa y rebelde, radiante de esperanza, frente al depredador sistema capitalista en que vivimos.
José María Martínez Laseca
(12 de octubre de 2017)