sábado, 13 de agosto de 2016

Mi homenaje a Concha de Marco en Expoesía-2016 (y 2)

En estas últimas fechas se está poniendo en valor la poesía femenina, con varias antologías publicadas como “Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX” (Visor) de Ana Merino y Raquel Lanseros; “20 con 20” (Huerta & Fierro) y “(Tras)lúcidas” (Bartleby Editores), que reivindican un nuevo canon distinto, sin silencios ni olvidos. (Y recuerdo que la conferencia de Jesús Munárriz trata sobre “Poesía de mujeres. Tres antologías decisivas”). Por eso vengo a resaltar que, cuando la literatura era solo cosa de hombres, y “Ello no quiere decir que las que ahora se dedican a la poesía hayan dejado de lado sus labores”, ya Concha de Marco reclamaba para ellas una mayor atención  en su ensayo reivindicativo “Poesía femenina española de este siglo”, por el s. XX, insertado en “Mar Poesía. Revista planetaria de poesía”, diciendo: “Hoy existen en España poetas femeninas con voz propia y varia”.  Corría febrero de 1969. Y sin pretender “condensar en tan escaso espacio una antología acabada de las poetas españolas actuales”,  insistiría con una nueva aportación en “Árbol de fuego”, nº 16, de marzo de 1969, “veinticinco años de poesía femenina española”.
            Concha de Marco,  se tenía por  “AUTODIDACTA –Por lo visto soy autodidacta. ¿Qué pasa? “Sin despreciar lo extranjero” siempre estudié por libre. Soy huérfana, mi Preceptor ha sido, y es, la Vida; mi Profesor, yo misma, y mi Maestro, lo Sobrenatural. Con el follón de la guerra me tuve que poner a trabajar (diferentes oficios), pero entre tornillo y tornillo, folio y folio, pañal y pañal, yo estudiaba y escribía poesía. La primera vez que pisé una Universidad no fue como alumna, sino como mujer de la limpieza; años más tarde, debuté como profesora. En la actualidad voy tirando gracias a una “Beca March”, que creo que no se las dan a todo el mundo –claro que yo no soy todo el mundo–.
            En la actualidad soy huérfana de padre y madre, viuda de Amistad, sostén de mí misma y encariñada con la gente. A pesar de estos golpes de fortuna, ya veréis por qué tengo buen talante: he dormido a las penas una a una y he dormido en el pecho de mi amante”.
            Puesto que se trata aquí de féminas poetas, leo su poema  MUJERES, escrito en 1975, con motivo del año internacional de la mujer, y que va de la vida que ellas llevan, de forma tan sufrida como callada, en sus muchos cometidos del día a día. Dice así:
“Vestales del hogar de recortadas alas / vuelo bajo y pálidas constelaciones no propicias / hechiceras y esclavas veinticinco horas / el peso de la vida a cuestas rutinaria / apresuradas abejas de miel ácida / suave nieve blanda y moldeable fugazmente / vosotras de todas las edades imprecisas / las que conmigo os cruzáis en el mercado / entre hortalizas lotería de los ciegos / reses descuartizadas sangrantes en el mármol / pescados muertos a su debido tiempo / en horizontes de cocina o humo / corazón animoso propiciando talentos / o ineptitudes vitalicias / con un continuo e interior esfuerzo / opacidad de incomprensión sin límites / el monedero bien asido en la mano / contando las vueltas sumergida en la persona de otros / escatimando el peso del ejercicio de la razón / y las esperas en las filas pardas para comprar / en un papel escrito pues la memoria es necia / el poema más prosaico y necesario / filetes gallos huesos para el caldo / codillo arroz patatas aceitunas naranjas / huevos tomates dentífrico papel higiénico / subiendo y bajando escaleras para un mejor precio / con olor a cebolla fresca recién arrancada / y los niños solos en casa / de prisa el tiempo corre / las aspirinas y tranquilizantes / el último no sirve la angustia no cesa / habrá llegado el cobrador de algo /habré cerrado o no la llave del gas / y llegará el del contador y no me encuentra / vestales de la aspiradora y las camisas sucias / más otras prendas interiores que no quiero nombrar / de los juegos de cama planchados en armarios / masas amorfas de inocencia tesoros de trapo / mantelerías de lagartera no usadas para diario / la cotidiana liturgia de mesa puesta / vino vasos cubiertos / el pan nuestro de cada día dánosle hoy / los platos sucios y la marabunta de la cocina / cubriendo todas las superficies / sartenes cazuelas desperdicios de grasa huesos / café con el televisor del vecino voceando anuncios comerciales / por fin mediada la tarde se derrumban en cualquier asiento / quedan traspuestas y sueñan vidas de privilegio / sueldos de doscientas mil pesetas / en la memoria de nunca / capitales chalés en la playa / casas con piscina mayordomo tres doncellas cocinera / baño de espuma y traje de noche para cenar / con invitados agradables algo que sus manos no han preparado / las uñas perfectas por sus pensamientos de humo / el vuelo rasante de unos pobres pájaros / ese cielo azul aceptado igualmente / que la prosperidad y el infortunio / gestantes y parturientas enfermeras siempre / no hay tiempo de nada pétalos de rosas caídas / planchando ordenando cosiendo / palomas sin alas a la deriva / y el polvo de las cosas / viento del verano suspiro del invierno / en las manos jabón y detergentes / quitando en oleadas visiones para el alma sometida / los dientes del peine arañando el dolor de cabeza / una gran rama seca entrechoca con otra en el aire / flores en la última ventana por la primavera / tiempo de secretas fantasías volcán apagado / de los sueños de no irás y ya has vuelto / cosméticos de colores para acariciar la cara / aún soñando con sus bodas la novia muerta / van rodando por el calendario de abrir y cerrar ventanas / de guardar mantas y limpiar cristales / almidonando manteles dulcemente en la barca varada / para las grandes fiestas familiares del año / en ese tiempo fabrica su mejor armadura / vestal y esclava de quienes lentamente succionan / secan el metal de su alma en su rueda de días / y ella callada siempre sonriente / a su muerta belleza añade más pintura / y es fiesta el día en que su pelo ceniciento / se vuelve rubio o negro con reflejos / parlotea como un niño perdido / sin motivo especial de vivir para sí / el dolor de los muertos olvidados / un día cualquiera el bulto de su carne / ajada por los partos crianzas y mortajas / de los difuntos familiares / de la altura derrúmbase / suelta su vuelo de campanas / muere como un soldado en su puesto / trinchera defensiva / de pie sin circunstancia excepcional / dejando abandonada la casa toda / los muertos en sus retratos / los vivos en su egoísmo / la lista de la compra el monedero / el calendario de liturgia cotidiana / agujas hilos botones y dedales / camisas sin planchar y calcetines rotos / y el polvo sobre el polvo sobre el polvo sobre el polvo / mutismo de orfandad aquel recinto memoria de su angustia / libérrima por fin de hábitos deberes y cansancios.”
            Dicho lo dicho, pienso que la poeta Concha de Marco bien se merece que en su Soria, donde nació hace 100 años, y siempre por ella tan querida y alabada, una calle, plaza o sitio público de la ciudad lleve puesto su nombre,  liberándola de ese modo del corrosivo olvido. Solo así se cumplirá la sabia profecía de que “pierde quien gana y gana el que es vencido”. Puesto que “Sin arrogancias la justicia vuelve / a enderezar el tiempo transcurrido.”

            Concha de Marco: vives en lo mucho que dejas. Vale.
José María Martínez Laseca
(11 de agosto de 2016) 

Mi homenaje a Concha de Marco en Expoesía-2016 (1)

“Un collar de doscientas pesadumbres / El  último refugio / Turno para morir / Las cadenas de humo / El último crepúsculo / Pacto secreto / La última conversación / Atravesando tigres / Las doscientas agujas del viento / Doscientas fotografías / Ceremonial en una celda / El pudor de la muerte / Las doscientas horas / Reloj de silencio / Doscientos horizontes / Dunas arenas vientos / Una gran águila oscura / Doscientas soledades / Doscientas estancias / Las últimas etapas / Doscientos sistemas de fuga / Nuestra medida de pesar / Años de desprecio.”

Rendimos, aquí, en la Feria del Libro EXPOESÍA, un merecido homenaje a Concha de Marco, con la que teníamos una gran deuda contraída. La que yo he venido, en parte, a subsanar con mi libro “Concha de Marco En Carne y Verso (Soria, 1916-Madrid, 1989)”. Precisamente en este año 2016, en que se cumple el centenario de su nacimiento. Pertenece, por ello, a la misma quinta literaria que el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, el poeta Blas de Otero y el narrador y Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela.  Nació, Concha de Marco, el 23 de mayo de  1916, en plena plaza de Herradores de la ciudad de Soria, en la misma casa que habitaron antes, hacia 1860, los hermanos Bécquer, Gustavo Adolfo y Valeriano, como recuerda una placa en su fachada nueva. Y la misma a la que después, en 1919, llegaba, procedente de Tardelcuende, toda la familia Gaya Nuño. Si bien ella no coincidió allí con Juan Antonio,  quien a partir de de 1937 se convertiría en su esposo. La familia materna de Concha de Marco es de Soria, mientras que la paterna procedía de Valladolid.
            Concha de Marco vivió en Soria su infancia primera, ya que, contando tan solo cinco años, su  padre, funcionario, se trasladó a Figueras (Gerona). Estudió primero en el colegio de las monjas francesas y luego, casi sola entre chicos, en su instituto de segunda enseñanza cursó el bachillerato, que concluyó en Madrid, a donde esta vez se trasladó su padre. Y en la Universidad Central se licenciaría en Ciencias Naturales.
            La fecha del 2 de enero de 1936 marca su decisivo encuentro con Juan Antonio Gaya Nuño. Ambos se decantan a favor de la República, pero al perder la guerra incivil del 36, corrieron la desgraciada suerte de los vencidos: depuración y marginación social. Días de desprecio. En la dura posguerra, Concha dará clases en un colegio privado de Castuera (Badajoz) para poder alimentar a su familia y auxiliar a su marido preso. Allí tuvo otro amor. Tras la puesta en libertad de Juan Antonio, compartiría con él su destierro en Bilbao, su primer trabajo en Madrid,  y su estancia en Barcelona, al frente de las Galerías Layetanas, hasta fijar su definitivo asentamiento en la Capital de España. En la calle Ibiza, 23, estaba su piso-ermita de refugio frente a la intemperie, donde vivieron juntos y se amaron, rodeados de libros y de cuadros,  y desde donde, como embajadores del arte español, partirían a recorrer medio mundo, hasta que murió Juan Antonio, el 6 de julio de 1976.
            Ella estuvo siempre en su quehacer. Ya viuda, se preocupó de que con su legado bibliográfico y pictórico se constituyera el Centro Cultural Gaya Nuño de Caja Soria, hoy Banco Ceiss de Unicaja.
            Concha de Marco tenía personalidad propia. Agudeza de juicio y una indudable calidad literaria que es preciso recalcar. Es una gran poeta un tanto olvidada. Su producción de poemarios publicados alcanza el número de siete, más uno: “Hora 0,5” (1966); “Diario de la mañana” (1967); “Acta de      identificación” (1969); “Congreso en Maldoror” (1970); “Tarot ” (1972); “Las Hilanderas” (1973) y “Una noche de invierno” (1974). A ellos se añade ahora, en edición facsímil,  “Celda de Castigo” (2016), una celda en la que todos vivimos, puesto que en cita de Joyce: “Aquí viene todo el mundo”. Son libros caracterizados por una bien meditada estructura. Y se advierte en ellos una clara evolución y experimentación en su afán poético. Quedan más poemarios inéditos. Como sus “ Cantos del compañero muerto”, a modo de collage en el que entra todo: la lírica, la épica, la política…
            Su poesía es límpida, transparente, de palabras precisas, aunque en ella se advierta un hondo palpitar doloroso y metafísico. Una poetisa –así la llamó ella despectivamente, dijo que su poesía era científica  y no le gustó nada. Su lírica es personal y distinta, pues su inspiración sorbe, además de en los clásicos españoles a los que reconoce y no niega, en otras fuentes de poetas extranjeros. De ahí su toque de originalidad. La poesía significa para ella un compromiso absoluto con las condiciones de vida humana en todas sus manifestaciones. Como narradora escribió algunos cuentos en revistas y unas memorias inéditas; como traductora trasvasó al español interesantes monografías de arte y como ensayista publicó “La mujer española en el romanticismo” (1969). Es también coautora con Juan Antonio de una Guía de Soria (1970).
             Trabajadora incansable. Una poeta que tenía los pies en la tierra. Concha de Marco murió en Madrid, el 19 de octubre de 1989. Fue una activista del feminismo. Siempre reivindicó la igualdad entre hombres y mujeres, advirtiendo que estas han quedado excluidas de la historia de la literatura ya “que no tienen generación”. Tal ocurrió con “las sin sombrero”.
            Siempre estuvo comprometida con la causa de la libertad y la democracia,  frente a la resignación y la hipocresía imperantes. Su espíritu de rebeldía, su afán de independencia, la altura de sus principios, la honestidad de su comportamiento y la valentía que demostró al enfrentar su destino son las virtudes que de ella debemos conservar, toda vez que forman la veta más noble y hermosa de la fuerte personalidad de Concha de Marco.
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            “Yo solo me ocupo -confesaba Concha- de evitar a mi marido toda clase de molestias domésticas para que pueda trabajar a gusto, (es historiador y crítico de arte), es decir, me encargo de la casa. Mi sola dedicación intelectual es la poesía ( y naturalmente la lectura y la música)”.

            En una carta a Roger Noël-Mayer, poeta y traductor francés, difusor de la poesía española, le expresa: “¿Cómo vamos a pagar los poetas españoles este tan importante y gran regalo que nos haces, que nos estás haciendo con tu dedicación continuada? (…)    Dices que somos el orgullo de España, ay, España solo se siente orgullosa de sus futbolistas o de sus rameras. Aquí no interesa la cultura más que a unos pocos y ese pequeño mundo, llamémosle élite está lleno de oportunistas, de gentes que se venden y que compran famas, por dinero, por favores. Creo que en cualquier parte del mundo sucederá lo mismo, pero aquí en España es más intenso, más virulento, la envidia es más envidia, la injusticia es mayor, y si eres mujer, no digo nada. El machismo ibérico quiere relegarnos únicamente al gineceo. ¡Cómo van a tolerar los poetas que una mujer tenga más garra que ellos! O te toman a chunga, o te ignoran. Y creen que eso vale para borrarnos del mapa.”
José María Martínez Laseca
(10 de agosto de 2016)