La vida no observada, no examinada, no
vale la pena vivirla, porque no es vida. SÓCRATES
1.-El
hallazgo imprevisto. Todavía no he llegado a saber si fue sueño o verdad. Yo
iba caminando por una playa innominada, justo al borde del agua. Sabido es que
experimentamos allí donde tenemos puesta nuestra atención. Somos lo que
pensamos y lo que recordamos. Sin pensamiento y sin memoria dejamos de ser
personas. Como el mar, nuestros recuerdos se acercan y se van en revuelto
oleaje. Absorto en estas cavilaciones, uno de mis pies descalzos tropezó con un
objeto semienterrado en la arena. Descubrí una botella, retenida en el tiempo, conteniendo
un mensaje para quien, como yo, en algún momento y fruto de la casualidad, pudiera
encontrarla. Este era su enigmático texto:
“Él es verdaderamente un hombre de ninguna parte, /
sentado en su tierra de ninguna parte, / haciendo todos sus planes de ninguna
parte, para nadie. / No tiene un punto de vista, / no sabe a dónde va, / ¿no es
un poco como tú y yo? /(…) / Está completamente ciego, / sólo ve lo que quiere
ver…”.
Y pensé en un desesperado náufrago
que, desde no se sabe dónde, lanzaba su S.O.S.
2.-En
un valle de sombras. Tardé poco en saber que se trataba del fragmento de
una canción de Los Beatles (décadas 60 y 70) titulada NOWHERE MAN
(HOMBRE DE NINGUNA PARTE). La compuso
John Lennon (Liverpool, Inglaterra, 1940-Nueva York, EEUU, 1980), a sus 25
años, en un momento en el que a la banda se le exigía nuevo material para el LP
Rubber soul, que se iba a lanzar en la navidad de 1965. Constataba un
gran giro en sentido filosófico. Hasta entonces, Los Beatles interpretaban
sobre todo canciones de amor, centradas en las muchachas y los sentimientos que
estas les suscitaban. Corría el periodo 1962-1965 llamado “Beatlemanía”. Al
escuchar "Nowhere man", mis oídos me trasladaron la rara sensación de
ser alguien, solo en el inmenso océano, yendo a la deriva. Tratados filosóficos
fijaban al hombre contemporáneo en un desasosiego existencial. Como un ser
desorientado, conformista, falto de identidad, desarraigado... Muy bien supo
captarlo Lennon hace 50 años. Y cabría preguntarse si aquella reflexión de
entonces sigue vigente en la actualidad. Si acaso el hombre de hoy ya no es un
ser alienado, pues “sabe a dónde va”, “tiene un punto de vista” propio, ve más
allá de “lo que quiere ver”, no ha vuelto a hacer sus “planes para nadie” y ha
dejado de ser alguien de “ninguna parte”, puesto que también ha cambiado “un
poco como tú y yo”.
3.-Un fulgor de esperanza. En el
documental “La sal de la tierra” (2014), que gira en torno a la obra del
fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, se sostiene la tesis de que el mal comportamiento
humano en muchas de sus facetas: conflictos internacionales, hambrunas, éxodos,
masacres, sequías, etc., se antoja incorregible. Asimismo, la representación teatral “El rinoceronte”
(1959) de Eugène Ionesco trata del poder de las muchedumbres que ofrecen
tranquilidad y seguridad, comodidad e integración, frente al pensamiento diferente.
Partiendo de tales premisas te preguntas: ¿cómo puedes creer en la esperanza? A
lo que tú mismo te contestas: ¡mira lo que te rodea, no puedes creer en otra
cosa! (Porque necesitamos / alas de mariposas / para poder viajar / de nuestros
angustiados corazones / a la felicidad y la alegría).
John Lennon,
de otra parte, en su composición IMAGINE (1971) condensa lo mejor de su poética,
con lo que se ha convertido en un himno universal de justicia política, donde
el goce y los sentimientos individuales puedan tornarse colectivos. Es su sueño
utópico por construir un mundo mejor. Y todos nosotros debiéramos acompañar tan
hermoso deseo, cantando a coro esta excelsa canción, para, así, hacerlo
realidad.
José María
Martínez Laseca
(“El
expectador expectado”, Palacio de la Audiencia de Soria, enero 2016)
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