viernes, 7 de agosto de 2020

Octava celebración de "Un soneto para Soria"


Nos junta, en este jueves de raro mercado en Soria por la pandemia del Coronavirus, de nuevo, un acto de celebración poética, y en consecuencia gozoso, como es la entrega del premio al ganador del certamen “Un soneto  para Soria”, que cada año convoca el Círculo Amistad Numancia. Lo hacemos aquí, en el Casino, este lugar de la poesía y en el contexto de la Feria del libro de Expoesía.
En esta ya su octava edición, como ha dicho su Presidente Adolfo Sainz, el jurado integrado por mis compañeros el poeta César Ibáñez París y el crítico y librero César Millan y yo mismo, se lo hemos otorgado, por unanimidad, al poeta donostiarra Javier Potch, al tiempo que estimamos oportuno conceder un accésit, por vez primera, al visontino Juan Antonio Soria Boillos.
Es indudable que tejer un soneto clásico, con su estructura enjaulada de dos cuartetos y dos tercetos, con versos endecasílabos y rima consonante: ABBA, ABBA, CDC,DCD, supone todo un desafío y entraña gran dificultad. Para afinar tensión y sentido y conseguir que el texto resultante sea sugeridor y bello.  
Un modo de hacer al itálico modo que en nuestra literatura cuenta con grandes poetas que se han expresado en dicho formato. Toda una larga tradición. Con Garcilaso de la Vega, pionero, Lope, Quevedo, Góngóra, continuadores, y por citar algunos de los nuestros: Antonio Machado, Gerardo Diego, Dionisio Ridruejo y Concha de Marco.
¿Qué es poesía?, se preguntaba Bécquer. Y, en verdad, que resulta complicado definir la poesía. ¿Cómo podemos distinguir el bailarín del baile?, inquiría el poeta inglés Yeats. Está claro que no podemos responder ciertas preguntas y que debemos aceptar la incertidumbre. La poesía se construye con palabras y las palabras se mueven y cambian de significado, no solo a través de la historia, sino también a lo largo de la vida, a lo largo del día e incluso al repetirlas varias veces seguidas. En todo caso, parece que la poesía lírica consiste en decir diferente y está siempre “inflamada por el entusiasmo”, quedando envuelta en un halo misterioso. “Solo el misterio nos hace vivir, solo el misterio”, advertía el gran Federico García Lorca.
En cuanto a los temas que trata la poesía estarían los universales del sentimiento, como decía Antonio Machado y que sintetizaba Miguel Hernández en sus tres heridas. “Con tres heridas vengo, con tres heridas yo: la de la muerte, la de la vida y la del amor”, y también los lugares comunes o tópicos literarios. Entre los más conocidos están el carpe diem ("aprovecha el día"), el collige, virgo, rosas ("coge, doncella, las rosas"), el ubi sunt? (¿dónde están?), beatus ille (dichoso aquel), o la descriptio puellae (descripción de la mujer).
Entresaco aquí el del locus amoenus (lugar agradable), porque tiene mucho que ver con nuestro soneto ganador, así titulado, que resalta la ribera del río Duero. Más en concreto el añorado merendero del Augusto, con su embarcadero, junto al puente de piedra. En el lado opuesto a los Arcos de San Juan de Duero. Todo un paraíso perdido. Descrito con gracia por su autor Javier Potch. Usando ágiles encabalgamientos. A sabiendas de que los paraísos son siempre humildes y precarios. ¡Enhorabuena!
También la poesía canta lo que se pierde. Suele decirse, con un toque romántico, que la poesía florece entre las ruinas. Y ese tono elegiaco, se camta lo que se pierde, perfuma los dos sonetos de Juan Antonio Soria: “Puente de Visontium, entre brumas al alba” y “Negras rosas del alba en Visontium”, que han recibido el accésit. Por sus bellas metáforas.  
Ambos poetas, Javier y Juan Antonio, han cumplido, pues, con éxito el objetivo  del Concurso al tener a Soria en su variada diversidad como fuente de inspiración. Cantándola excelentemente. Y se merecen,  por ello, el reconocimiento del jurado y de los lectores. Muchas gracias.
Acabo ya diciendo que son dos los elementos que definen nuestras vidas humanas, estos son los de la fugacidad y el olvido.
Frente a ellos únicamente la poesía, como la siempreviva, opera el milagro y otorga permanencia, eternidad.
Nada más. Salud para todos y muchas gracias.
José María Martínez Laseca
(6 de agosto de 2020)

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