Dice la poeta soriana Concha de
Marco:
“Antonio,
corazón de tu pueblo, ahora / a todos se les llena la boca con tu nombre / las
revistas imprimen exclusivas, / se publican costosos libros de homenaje, / los
extranjeros te conocen, ya es proeza, / te desgarran para esgrimir una bandera
/ partidarios de todos los colores. / Pero pocos han ascendido los caminos de
nuestra tierra gris, / sus lomos de elefante descansando a la orilla del
río / en el espejo de la tarde”.
Que mucho se ha escrito de
Antonio Machado (Sevilla, 26-julio-1875–Collioure, 22-febreri-1939) como poeta
y poco de su faceta humana de docente. De catedrático de francés ejerció durante
toda su vida activa por los Institutos de Soria, Baeza, Segovia y Madrid,
sucesivamente.
Incluso,
impartió clases gratuitas en la
Escuela de Artes y Oficios de los Obreros de Soria; actuó
como profesor sustituto de Lengua y Literatura Castellana y se implicó en la Universidad Popular
de Segovia. Además se involucró en la tarea educadora de las Misiones
Pedagógicas durante la
Segunda República y hasta se desdobló en uno de sus más
acreditados apócrifos, Juan de Mairena, que también era profesor, bien que de
gimnasia y retórica.
El
largo camino de las oposiciones. La
difícil situación económica familiar –fallecidos el padre y el abuelo– obligó al poeta de Soledades, cumplidos los 30 años, a buscar empleo.
Animado por Francisco Giner de los Ríos y Miguel de Unamuno, Antonio opositó a
cátedras de francés de Segunda Enseñanza, para lo que no se requería
licenciatura, ya que manejaba el idioma aprendido en sus estancias en París,
durante 1899 y 1902.
El
proceso, efectuado en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, se prolongó más
de 19 meses, desde su anuncio en la
Gaceta de 1º de agosto de 1905. A ellas concurrieron
126 aspirantes para cubrir las 7 vacantes, pero al llamamiento de 8 de marzo de
1906 sólo se presentaron 40. Presidía el tribunal Eugenio Sellés, eran vocales:
Fernando Araujo, Antonio Gaspar, José M. Castilla y Julio Cejador y el
secretario Agustín Carrera. En enero de 1907 Machado inicia las pruebas
explicando la Lección
22 sobre los verbos franceses.
Después
desarrolló el tema de “El teatro como medio educativo”; tradujo del español al
francés de la obra clásica “La perfecta casada”; leyó sus trabajos escritos;
dio una clase práctica ante un grupo de alumnos y realizó la crítica a los
trabajos de otros candidatos. Por fin, el día 5 de abril se convocó a los 7
opositores aprobados para la elección de cátedras; Machado, con el número 5,
entre las de Soria, Baeza y Mahón que le quedaban, eligió la de Soria.
Catedrático
de francés: Soria, su primer destino. La Gaceta de Madrid de 20 de abril de 1907 publicaba
la Real Orden ,
con fecha de 16, de su nombramiento y el bisemanario local Tierra Soriana del
día 25 lo recogía: “Ha sido nombrado por oposición Catedrático numerario de la
clase de francés, Don Antonio Machado Ruiz”. Hubo que esperar al 1 de mayo para
que se trasladara a la ciudad castellana.
Desde
Madrid, el tren lo condujo a Torralba del Moral y, efectuado el trasbordo,
continuó el largo viaje hasta llegar a la estación de San Francisco de
Soria. En la recoleta ciudad se alojó en
una higiénica casa de huéspedes del Collado, 50. Desde aquí se acercó al
Instituto General y Técnico para tomar posesión de su cargo ante el director
Gregorio Martínez, como certificó el secretario Miguel Liso y Torres, si bien
pospuso su incorporación a los exámenes extraordinarios de septiembre.
Las
actas del claustro de profesores confirman la presencia de Machado en la sesión
de 28 de septiembre, donde se acuerda “dar buen informe en las instancias
presentadas por los tres [profesores] Machado, Cabrerizo y Liso, solicitando
del Ilmo. Señor Rector de la
Universidad de Zaragoza, autorización para dedicarse a
enseñanzas distintas del Bachillerato”.
Así
pues, el 1º de octubre, con la apertura del año académico 1907-1908, Antonio
Machado se incorporaba de lleno a las tareas docentes, impartiendo los dos
cursos de lengua francesa e interviniendo en los tribunales examinadores de
ingreso y de libres, tanto de bachillerato como del magisterio. En este primer
curso va a contar Machado con un total de siete alumnos oficiales, de los que
una tan sólo es mujer. Ocho serán los asistentes a las clases de segundo curso
figurando, asimismo, entre ellos, únicamente una alumna.
La seguridad que le da tener un
trabajo fijo –ya que la poesía no daba ni para la necesaria comida– le llevará
a reafirmar su posición de crecida autoestima en estos versos de su conocido
“Retrato” (XCVII):
“Y
al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. / A mi trabajo acudo, con mi
dinero pago / el traje que me cubre y la mansión que habito, / el pan que me
alimenta y el lecho donde yago”.
No
pareció resultarle muy grata esta inicial etapa de su estancia al
profesor-poeta en la nueva ciudad. Ello, pese a habérsele notificado en el
claustro de 28 de marzo de 1908 el nombramiento de Vicedirector, del que toma
posesión el 14 de abril. Así se deduce de la carta remitida a Rubén Darío a
inicios del mes de octubre de 1908, cuando le confiesa:
“Yo
estoy en Soria, vieja ciudad de Castilla, donde me trajeron mis pecados
desempeñando la cátedra de Francés; pero quiero hacer una nueva oposición a la
cátedra de Madrid, que permutaré, Dios mediante, con la de Sevilla”.
José María Martínez Laseca
(18 de febrero de 2017)
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